POEMAS DEL LIBRO ONIRIAS
SUDADO POTRO POR MENTE FRÍA
Su música
sangra sol
Bajo mi
lengua triste y sabia
Bajo mi
lengua de carne erótica
Bajo mi
lengua, retentiva fruta
Bajo la
amorosa arcilla
de mi
lengua
Indiferente
a la nostalgia
Mi
acalorada lengua de biblioteca
(sabores
del saber)
Mi lugar
de invencible presente
Donde
dormita mi cosmonauta
y su nave
pintada de fresco.
LA FÍSICA LA VENCE UNA IMAGEN
Desde el
comienzo y por principio mismo
me
constituyen el equilibrio y la pasión
las
enseñanzas y los imponderables
La tierra
reposa su transparencia en frutos
Todo mar me
resulta nostálgico
Y el amor,
canon suficiente
Alguna vez
se unirán mi naturaleza y mi nombre
Mi corazón
en alas se habrá desvanecido
Mientras
tanto, no me constriñan a la imagen
No quiero
ser examinada como colegial
Ni con
palabras post y de modernidad
Rehúso un
nombre camisa de fuerza
Como el
firmamento contempla a la tierra
matriz de
muerte y vida en su fecundidad y dinamismo
así miro los
cambios en mí misma
Las
corrientes orgánicas me despabilan
cobro
conciencia en ellas
He conocido
los regalos que cubren faltas
Me aprietan
los lazos y las separaciones
Observo a la
estrella desde el septentrión
perseguir el
afecto oceánico
El tiempo labra en
mí sus rarezas
verdes
instalaciones y recato
Entre las manos
amadas asoma un bosque:
atardecer llovizna
y colmillos de tigres
Pruebo el
jugo puro del limón
escucho todo
el día en amarillo
Por el trazo
de mi lápiz sigo mi alma
De nada hay
que quisiera presumir
La redondez
esponja lo sabido
“Los arrebatos sazonan el afecto”, oigo decir.
¿Por qué
elegir desiertos si hay trillos verdeantes?
Las furias
me han legado sus gestos
Afrodita me ha concedido su sentido perturbador
Son las
Harmonías
pero ninguna
ha llegado a la paciencia.
PLAUSIBLE CHISPA
Desde la
nada se derrama la realidad
Desde el
agua, la tierra
Desde la
tierra, el vidrio cuidadoso
Desde el
tiempo, el celaje de sus ojos
El albor de
la palabra nido
Mi garganta
tocada por su mano
En la
encrucijada de las percepciones, un primigenio aliento
precipita la
forma:
El árbol lumbre, el árbol sombra
El árbol masculino-femenino
El paisaje puntual, la noche-día
Cicatriz que en el iris graba el sueño
El tiempo se
ha diluido en el espacio. El espacio tensa
su
substantividad irresistible
Tolera su
delgadez
La mente se
descuida y en el ojo se refleja la lanza
Deposita en
un estar de sutiles corduras
Un jadeo
desde otra orilla prefigura su imagen
Todas las
corrientes residen en su huida.
CALENDARIO ÁUREO
Murmullo inquietante de las edades
Gorro de
antigua pizarra
Noche. Sílfide histriónica. Eros sinuoso
Murmullo de los otros en la sexual oquedad
de la muerte
Leyes
acústicas precipitan arsenal de voces
Conocidos
pisotean en mar la medianoche
Amaranto y
vitrales les espantan
Abro al
jardín la puerta carcomida
Vértebra
luminosa del osario domingo
Placer
mudante. De banco en banco, salto
Negra de
lluvia. Fruta de ciudad. Bamboleante
gota de rocío
Resto de
vino en la copa arrojada a la basura
Amanece.
Calizo murmullo de huesos
Las velas
preñan los ojos de un vapor encandilado
Enrojecen
los ancianos rostros
Por la grana
hendidura del día, resbalan los pies
Muerta de
gozo. Mi mente suspendida
como teja arcaica
Somos el
animal que aprisiona: Críptico murmullo.
LA BELLEZA ES LA VERDAD
La belleza
es la verdad. John Keats. La belleza es la verdad. John Keats. El susurro en el
oído continúa, hasta mojar la cama.
Yazgo
sobre el costado izquierdo. Las dos piernas acomodadas sobre el colchón. La
cama rebosa de blanco. Creo que en el exterior la ávida luz se ha apoderado del
edificio. Creo que en la acera tocan un bandoneón. Y caen monedas desde las
manos de los transeúntes hasta el sombrero del músico. Creo que el vestuario
del virtuoso es negro y remeda la dignidad de su barba. Creo que a ratos el
músico ríe locamente, como si sospechara entre su público a Luis Díaz.
El blanco
de las sábanas se desprende de las sábanas y flota algunos centímetros por
encima del lecho. Entonces mi cuerpo se apoya en ese blanco. Creo que abro o más
bien entreabro los ojos. Hay un espacio inmemorial en el aposento. Hay un yo.
Una mirada sedosa. La esquirla de un diente.
¿Por qué
susurra John Keats a sus oídos? ¿Por qué el blanco se ha desprendido de las
sábanas? ¿Por qué flota ella en lo incoloro y le atraviesa con sus brazos como
si sus dedos entraran por las informes pupilas de un pájaro zozobrante?
Ella abre
o mejor entreabre los ojos. Traga el sedimento copioso de su imaginación. Se
agita de recelosa luz, cavila una frase: Cuídate del frío. Y la sopla como a un
átomo mensajero.
IRA
Observé nuevamente el borde de la montaña, más veloz
que nosotros. Me detuve en la arborescencia de su vientre. Un pasajero me dijo:
Múdese de ventana, verá mejor, y siguió devorando nachos.
Arborescencia, volví a pensar.
Ahora el
borde de la montaña era un halo azuloso, como si contuviese un fragor de
historias paralelas.
“Es más
bella que las algas y las medusas, que las ostras y sus perlas”, declararía él.
Pregunté
sobre nosotros, porque al instante los reflejos sobre el río Hudson semejaban
una margarita a deshojar.
El borde,
como látigo, todo de luz inquieta, se deshizo.
Erré por los
pasillos trepidantes. A un joven uniformado le pregunté por las paradas. Las
iba contando, y deletreaba como si fuesen a soltar símbolos vivos.
Dorado o
amarillo, azul o verde, la mirada se ciñe a las respuestas.
FLAMA ENCERADA
Vestida por
el azul del mar
Vestida por
el azul del cielo
Vestida por
mi propia nube
-el color
que sigue al dolor
-el color
que se difumina en regocijo
-el color
tímido por sus certezas
-el color
evaporación de los fondos vitales
-el color de
los ojos negros cuando
el
motivo interior se suma al mundo
-el color de
los otros sosegados
-el color
halo de artillería, refugio de un suspiro
Azul color del verso
cuando la
poesía contiene los colores
fuera del
espectro
y rezuma
humanas emociones
inabordables
de otro modo
Azul se
llamaba mi perra
Arrojada por
Él al mar Caribe
Azul me
amaba más que Él
Ahora Él es
un remoto ángel
Que tiene
por boca una flor de cólera
Y vidrio en
las uñas para rasgar mis espaldas
Ahora Azul
es blanco hueso en los fondos oscilantes
de mi ser
Yo les
escribo a los sepultados en la belleza
Vestida por
el azul del mar
Vestida por
el azul del cielo
Vestida con
mi propia nube.
ALITAS AZULES. PAX
Que un
pájaro entre mientras sueñas con rejas, es cosa improbable, pero no imposible.
Pero si ese pájaro es muy azul y es lo primero que ves, clarinada en tierra
extranjera, entonces urge averiguar, porque quizás encarne encrucijada.
Y si al
emprender vuelo –tú o el pájaro– reparas en que las alas más bien son silencio
y extensión. Y si estas alas generan un sinnúmero de pájaros idénticos,
candente sombra dirigiéndose hacia el sur… Entonces, preguntar por sentidos será
vano.
Viras el
rostro hacia el nordeste, y justo entre el sol y tu mirada, cuaja un mandala
rutilante que en vísperas fue follaje, y ahora podría deshacerse como cualquier
desmesurada mariposa.
Dos días
después del sueño, viajas a medianoche hacia una isla en el Caribe. Te recibe
una asombrosa pareja. Un guerrero nostálgico, él; efusiva académica, ella. Negra belleza, él;
clara belleza, ella. Te toman de los brazos y te guían hacia una montaña
neblinosa, en cuya cima, en una casa de
huéspedes llamada Pax, contigua a un
monasterio benedictino, te alojan. Sacias tu hambre con bocadillos de pan e
hierbas y antes de irte a la cama, vislumbras por la ancha ventana la ciudad
por conocer, tranquilamente dormida junto al mar.
Al alba,
abres los ojos, bañados por ligeras ondas. Hay un árbol de grandes flores
parecidas a la fuga, de cuyo follaje brotan animados pájaros muy azules, que se
lanzan al cielo como puñado de invaluables monedas. Tus pupilas respiran,
olfatean, escuchan.
En un rato,
discurrirás sobre el “realismo sórdido” en la literatura regional. Pero por
sensato acatamiento a los insinuados secretos de este sitio, deberías contar el
sueño precedente al viaje y tu fresca experiencia con pájaros azules y gigantes
mariposas (mandalas por puro arte de la visión).
Pero
resuelves ceñirte a lo convenido, porque si refieres el sueño, y la experiencia
empapada de sueño, enhebrados por pájaros, precisamente azules, y enormes
mariposas, precisamente anaranjadas, te obligarían a razonar con déjà vu o torpor o tiempo larvario o
metamorfosis cíclicas o resarcimientos neuronales… (A este momento, llevas tus
dedos a la cabeza y recuerdas que no te ha dolido por años).
De optar
por la vía poética, rozarías a Samuel Taylor Coleridge (si soñarás que estás en el paraíso…) o a Jacques Prévert (Cuando el pájaro llegue/ Si llega/Observar
el más profundo silencio). O más terrible aún, dada la pertinencia de la
originalidad, parecerías que exprimes a Maurice Maeterlinck para que te ceda su pájaro azul, cuyo pico
diamantino podría quebrar a picotazos la cáscara que cubre la imaginación,
dejando expuesta tu médula, existencia.
Pasado el
mediodía, luego de la disertación sobre
“el realismo sórdido”, llevada a cabo según lo convenido, me conducen a un
restaurante en la luciente playa. A unos diez metros de la orilla, sobre un
regio armazón de madera, se levanta la construcción, cuyo diseño imita un
velero colombino. Los anfitriones me obsequian unos pendientes de coral vivo.
Dicen que en esta isla (santuario) han encontrado refugio todas las aves
amenazadas. Entretanto, un servicial mozo ha puesto ante nosotros el antipasto:
picantes alitas azules.
A DIVINIS
Bajo los
álamos del Jardín Botánico
Se pasean
las letras
del Paraíso
Perdido.
RON ALEATORIO
A la
traición del amigo sobrepasa la venganza del amigo
Más devasta
el rencor anidado donde hubo placer
que el caos
de la pérdida
Todos
escuchan necedades y dan la espalda a lo aceptable
Más vale
donar lo que estimas:
El deseo
arrancado de tu boca por la estrella fugaz
La hormiga
vespertina
El humor
presto
Donde ciega
la luz, hay una llave.
REFLEJO
Si por
primera vez retuviera la claridad
confortadora
de mi conciencia
Si mis
rodillas bucearan la intimidad del árbol
Y al correr
se desprendieran piedras
con
criaturas vivientes
Si pudiera
decir yo
sorprendiendo
ese universo
que hasta el
fin ignoramos...
EPITAFIO DE LUCRECIA SINSKY
Fui bella nunca
lo supe
Fui
profunda me ocupé de
nimiedades
Fui
espiritual me entregué a
una religión
Fui
desgraciada sonreía todo el tiempo
Fui
curiosa no crucé ninguna frontera
Poseí
lumbres me resigné a que las
apagaran
Fui
apasionada postergué amigos y amantes
Fui lúcida soslayé
mis ideas y mis gustos
Fui cauta morí
joven
EN EL VACÍO
Suspendido
tal la palabra
herencia,
el bejuco
delata
cuán escarpado
el camino
en el crepúsculo
Desde
abajo, el ojo
abreva.
LA VIDA FESTEJADA
Desde que nací tengo demasiada edad
Soy la que vive al final del muro
Resguardo de bestias, como flores
Me miras
en el sueño
y sientes
que estoy soñándote
Rojo se
pone el horizonte si lo pienso
El mar ha
amanecido blanco
Por la
noche ha caído un diluvio
Ardemos en
la muerte.
MOMENTOS PARA UN CREPÚSCULO
El cielo:
una rosa
sangra y
desaparece.
*
La noche
se lleva
cargamentos
de oro.
*
Para
adorarte, la mar
de
transparencias
muere.
*
Mi ojo
más
perenne que la luna.
*
Extraña puerta
olorosa calma
de madera muerta.
REUNIÓN CONMIGO
Ha florecido el patio
Corte en la zona de mis debilidades
Duermo con el dolor.
Le soy extraña
Es largo y
desconocido el camino
hacia mí
El fuego
replicado en mis ojos
El
agua sobre el cuerpo
El aire
sin nombre ni dirección
La arena
llena de cosas milenarias
Mis pies
han olvidado
Y mi
corazón danza bajo el látigo del amor
Los poetas
enferman como las manzanas
Se ha
borrado el lenguaje de lo eterno
La verde
primavera ríe oscura
Tengo que
morir a la servidumbre
Olvido ser
mujer. Olvido ser alguien
Olvido la
juventud y la vejez
El mundo
está espléndido
Ahora soy
Galatea. Anónima espora
Qué el
silencio me purifique
Qué la
soledad me alumbre.
SIMPLE
Impudorosa, móvil entre dos planos,
lapido sensaciones, como arpegios
Mojan mi espalda. Siento mis pupilas
Cúpulas de
hojas y ociosos reptiles,
graban el horizonte,
por donde
abre la luz sosegadamente
Aguas
blancas, aguas azules, fluyen entre nubes
Me conjuga
el paisaje. Vive él porque lo siento
De
pirámides llena mis cuencas,
líneas las
piernas,
circunferencias
en el plexo
Causa
pavor lo bello que va pudriendo
Clarea el
precipicio un dilecto color amarillo.
Sale el
tiempo de mi imaginación como una cinta
indescriptible
Al fin la
libertad se me muestra.
Pero es el
otro brazo de la locura
Aquilato
convenciones. A su sombra pervivo
Sombra
de árbol arenoso.
TIFUS
La taza de café se quiebra entre mis manos
Mi mente incendia
De las
noches se desprenden semillas
y manos
delincuentes
A
veces veo una camisa blanca
jóvenes
pordioseros la apuñalan
Entre las
cosas fijas
él va
liviano
Va
lejos
El cofre,
la parafina, tos
Ese algo
de viejo entre la cama
Él sale de
madrugada a recoger imágenes
de las que
vienen por las aguas sucias
Lleno de
claridad,
perdura.
SI QUIERO HUIR
Muerdo
mis uñas:
Recuerdo
obligaciones de mañana
Si
quiero odiar, miro mis garras en el agua
Recuerdo
de la palabra el poder
cabalístico
El
poder del deseo y la intención
Si
quiero dudar, sostengo en el aire mis músculos
elásticos:
Escucho
al mundo exento de mi cuerpo
Si
quiero llorar, bostezo. Tiempo y mundo acortan
la órbita en mi ojo
Si
quiero llorar, prendo lámparas
Si
me siento en una gruta, no hay enemigos ni presa
Si
me siento en una gruta, espero el alba
No
hay escape ante tanto secreto embellecido
Llevo
estupor y asombro para el otro
Llevo
apetito y muerte
Entre
mis fauces, la lengua para lamer mis hijos
y los dientes afilados para el perdón
No
hay escape en este ahora de agua caliente en la nariz
y furia de niños
No
hay escape en este lugar sin puertas ni caminos
Alrededor
de mí, la luz, el círculo infinito.
COMIDOS DE HUMEDADES
Llovizna en
oscuridad. Asciendo sobre mis fuerzas a candores primitivos
Lamo en ti
mis labios. En mis labios te tomo piel con alma
Tórname
bebida feroz y manantial femenino
Noche,
plasma y prevención. La eternidad empluma nuestros pechos
Amo tu rojo
en mis labios de vino. Sobre tu corazón desasosiego
el descaro
impudor de mi ternura
Míranos,
estanque de miradas. Locura a mar
Luna las
bocas. De labios marejada
Los círculos
en tu vientre de mis manos
Tu pecho de
mi vientre aro
Mis cabellos
rejuego en tus talones
Yema el
instante de invisibilidad
Te nazco a
mar. Me brotas por los poros
Enarenado
Ola los dos.
Mis alas en tu espalda
Un paisaje
de agua inexpresable.
DIBUJO MI IMAGINACIÓN
Cuenco de
abejas vivas
Gota de
alcohol ardiendo
Pozo
oscuro de azul
Huesos
blandos del cielo
Redonda la
visión, ojos acústicos
Un rayo el
yo, un canto el tú
R e l a m
p a g u e a m o s
Canta el
agua. Fluye la piedra
Agua el
agua. Amor el amor
Sol y
sangre, lloviznan en el verbo
Enamorados
conformes con ser líquidos
Tu retina
bordea por el norte
Mi retina
curvada abraza al sur
De retina
a retina danza el mundo
Tú, mi
piedra costilla. Yo, tu manzana piedra.
La dádiva
de un día, un lago verde
Agua y
silencio, un cuerpo, por la aurora.
TRAPECISTAS
Déjame
calentar de nuevo tus manos
Sé el
emisario desconocedor de las guerras malditas
Recibe todas
mis culpas
Sé todos los
hombres que no he podido amar
Sé todos los
que me han traicionado
He vuelto a
la tierra
ya no está
sigilosa ni encrespada
Aquí las
dunas taladrando suavidad de costados
Para besar,
aquí la mejilla
de merengue
y nuez moscada
El dormir
sabatino de escolares
Las hojas
libres de tozudez aristotélica
Barrio de
aceites esenciales e imprecaciones:
el amolador de horas
el servicio de verdes
Aquí el
arroz ahumado
aceitunas
y envés de
la epidermis
Alza el
vestido
Rasga el
labio
Sé moriviví
bajo mi lengua
Sediento
cuerpo en mi sustancialidad viciosa
¿Quién puede
impedir al árbol su expansión y a la hierba regarse?
ANDAR LIGERO
En la
inocencia, la eternidad posible
Pero he
amado aprisa
con la
atención de objetos que se fugan
Me hallo
diciendo, cerrad las puertas
Me hallo
diciendo, amor deberás irte
Me hallo
tocando las líneas en las piedras
Pienso en
las mujeres que esperaron
no Ulises,
sino hombres corrientes
Aquellos
que asediaron ciudades
tras la
forma inabarcable de sus propios corazones
He amado
después y en la tormenta
Llevo una
carga de luz:
hace
ceniza el aire.
TRÉBOL CARTESIANO
Un hombre me reduce
Me sigue por mi cuerpo
Toma la fruta llave
Conversa conmigo por los barrios
Ese hombre sueña
Un hombre llega a mí
desnudado por la noche
Se aleja con el No
llorando entre papeles
Ese hombre cree
Un hombre
intacto avanza
cercado de
verdugos
Me ofrece
rosas blancas
y se
pierde entre tantos
Ese hombre
ama.
KAMURA
Ruego/ fuego
luego
ruedo/ juego
luego
ruedo/ juego
Máquina negra
río de plata / sueño
río de plata / sueño
Tintura marina
he puesto
en mi lengua
para teñir tu iris
tu sexo/ mimbrera
tornado
que surge de mí/ de ti
espejo/ desmonte
abierto/ encumbrado
jinete/ caballo
cabello prensado/ zurcido
he puesto
en mi lengua
para teñir tu iris
tu sexo/ mimbrera
tornado
que surge de mí/ de ti
espejo/ desmonte
abierto/ encumbrado
jinete/ caballo
cabello prensado/ zurcido
Uncirme/ centrarte
salmuera los frutos
salmuera los frutos
Debajo/ Vishnu atento vislumbra
lo caro del gesto/ la pose
por humo aromada.
lo caro del gesto/ la pose
por humo aromada.
EL ORDEN DE LO FINITO
Estoy
soñando contigo, dice una voz en la noche
Camino
sobre un espejo lívido. Tal vez la mar
Monstruo
indefenso. Pueblo tierno de césped
Ronronea
En
cercanía, luciérnagas, brevísimas piedras
hienden
la oscuridad
Del
otro lado surgen filamentos de hierba
En
el cielo, un relámpago, sonrisa de enigmática
presencia
Estoy
soñando contigo
Fíjate
en las flores de la caña
Sedosas
Fluctuantes
Flotantes
Velos
en mi sangre soplados por tu boca
Dice
una voz en la noche:
Hay
un grano de polvo
un
rosal levitando en nuestro patio.
ARIAKO EN LA FURIA
Le
amo altísima, tristísima
desaforada
Con
el dulzor espantado
de
lo que quiero y no logro
destruir
Con
la extrañeza de lo que no pudre
Lo
presiento como al campo magnético
O
a la isla de los pájaros grises
Viene
de un accidente, de un relámpago
En
sueños me insinúa su electricidad
Le
amo con golpes de cinceles inmoladores
En
pórticos aguados, en las trastiendas de los barrios
los
cacaotales y la espiral Ravel
Con
camisas de fuerza y sacros templos
dedicados
al fuego súbito de mis fatigados tendones
No
lo entiendo. Le amo
No
lo deseo. Le amo
No
lo incrimino. Le amo
No
lo recuerdo. Le padezco
No
lo quiero ni cerca ni lejos ni dentro ni fuera
Tatuado
en ramas secas, eventual
océano
desordenado por levíticas nubes
¿Qué
es?
No
atino a pensarle
ni
imaginarlo, ni retenerle
Físico
fulgor. Ira, mortalidad
Deliciosa
presión en mis arterias.
27 DE FEBRERO
Discurre
la avenida. Túnel suave como camino
de una
existencia. Mirar fuera, inclino pretenciosa.
La mañana encerrada en una fecha, en una
circunstancia
con
gasolina y rayo.
Lentamente me muevo con las máquinas.
En el
retrovisor, guiñan los ojos.
Mirar
otro.
Escruto el
tronco de acacia fijamente.
La savia es hembra de sangre. Como la luz al
hueso.
El lapso
de mi alma se prolonga hasta la incubadora
de raíces.
“Galería
de /Arte”. Una frase a la izquierda. Palmas,
desnudo
enfermo. Trazos rudos como comerciales.
A la derecha, una bifurcación. Un cuadro de
mar quiere salirse
en brillo.
Han bajado los cristales. “Sacramento”, Enya,
desde el
automóvil que me guiña el ojo.
La planta
se retuerce.
El contén
corta el agua.
Una lanilla roja cae sobre el cristal. Musús,
aguacates,
mandarinas,
un espaldar de abalorios, perritos poodle,
un hombre
sin un pie, una mujer con genes de elefante,
una
haitiana cargada de mellizos, un joven
de esqueleto
coralino…
¿Qué es lo cierto?
Concha y
raíz de la niña negra abrazada por extranjero rubio.
¿Cuánto cuesta la chispa?
Manuel
enreda en la guitarra a la prostituta. Cae una insolación
de
florecillas.
Lentas, como si descendiesen de extremos
La
esmeralda fortuita astilla el ojo.
Al policía de tránsito se le rizan los
calzones. Una copia
de tribu
merenguera: Yoryi Morel sufre una pesadilla.
Un
flamboyán se derrama de tanto crepúsculo mal puesto.
Me da por
liberar cosas y cosas. El que va delante observa
en mis labios la arenilla incendiaria.
“Árbol, te
libero de tu nombre”.
“Cumulonimbo, llámate, o como quieras”.
A cada
hora empujo. Luego, escruto el árbol,
no es el
mismo.
Ahora es
humus, grietas, cacá de ciguas, ventarrones.
El corte de un cuchillo en corazón.
La flauta
de un místico en su sombra.
Hogar de
eco. Aparador de pelotas.
Un ojo
abierto siempre en timidez por cielo.
Nada de
esto.
El árbol
es silencio. Prueba.
Grafiti de
la oculta inteligencia.
La memoria del hacha.
Cópula de
vientos.
Otros
mundos.
Lentamente
me muevo con las máquinas. Me estiro
hasta el
retrovisor.
Le digo al aire: “Negación de geometrías”.
Miro una
boca gris, la llamo “puerta”.
Una
lanilla roja sigue al río.
El policía
de tránsito consulta su brújula
y se
convierte en marinero. En la bifurcación,
una flecha
de tres caras.
Me muevo
con las máquinas, en espejos.