image

¿Quién es Ángela Hernández Núñez?

Premio Nacional de Literatura 2016. Nació en Buena Vista Jarabacoa, República Dominicana, 6 de mayo de 1954. Graduada con honores de Ingeniería Química. Narradora y poeta. Apasionada del cine y la fotografía. Textos de su autoría se han traducido al inglés, francés, italiano, islandés, bengalí y noruego. Se incluyen en importantes antologías. Es Premio Cole de novela corta, a la novela Mudanza de los Sentidos, 2001; dos veces premio nacional de cuento. Su libro Alicornio mereció el premio nacional de poesía.

La gramática femenina de Ángela Hernández http://acento.com.do/2014/opinion/8200192-la-gramatica-femenina-de-angela-hernandez/

El equilibrio de la vida en la novela de Ángela Hernández: Leona, o la fiera vida


Por Jeannette Miller

Ángela Hernández es una prestigiosa escritora dominicana, con una obra amplia y seria que abarca poesía, narrativa, ensayo, investigación… renglones en los que ha obtenido éxito. No hablaremos de sus premios en casi todos los géneros que ha trabajado, aunque todavía le falta el más importante del país, que hace tiempo merece. Tampoco voy a hablar de su persona; un ser humano que parece deslizarse en medio de una vida procelosa y brillante, sin permitir que la penetren las oscuridades.
Cualquiera que la ve con su bondad a flor de piel, tono de voz pausado y melodioso, pero, sobre todo, una sonrisa “beatífica” -como hubiera dicho Manuel Rueda-, no imagina la fuerza de sobrevivencia que guarda su mente, pero por encima de todo, su inmenso corazón.
Y esto lo confirman sus textos, desde el cuento “Masticar una rosa”, la noveletta Mudanza de los sentidos, y hoy, la que considero la obra mayor de esta saga: Leona o la fiera vida, novela que publica con acierto el sello Alfaguara.
Por la calidad de sus escritos y por el prestigio de la casa editorial, hacía tiempo que yo deseaba que Alfaguara publicara a Ángela, o que Ángela publicara con Alfaguara. El momento llegó, y como resultado podemos tener en la mano un libro con todas las de la ley, al que desde ahora le auguro grandes éxitos.
Leona o la fiera vida es una novela que abarca tantos aspectos, que me he propuesto abordarla desde algunos de ellos, por considerarlos los más representativos para mí.
El primero es el uso del vocabulario muy unido a la identidad y al perfil sicológico de sus personajes. La mayoría oriundos de Quima (su natal Buena Vista), el pueblo-paraje que podríamos afirmar como el Macondo de Ángela, donde todo es posible; principalmente la solidaridad, la piedad, la igualdad y en ese mismo sentido, todos los sueños.
Como en una película de Passolini, el lector ve desfilar los echadías que cojean, los pequeños comerciantes que van de puerta en puerta y a los que les faltan dientes, el maestro de escuela dictatorial, la yegua llamada Batalla, el guardia amenazante, el rico engreído… pero, sobre todo, las mujeres; dueñas y verdaderas protagonistas de todo. Mujeres viudas, mujeres engañadas, mujeres abandonadas, mujeres pobres, desarrapadas... que entretejen lazos de atracción y rechazo, donde no importa que una sea chismosa, agresiva o puta para contar con la solidaridad de las otras, en los momentos cruciales de su vida.
Son tantos los personajes y tan diversas y mágicas las situaciones, que a veces el nombre de la persona no importa, sino el hecho; esos hechos que van de la más simple y pura cotidianidad, para convertirse en ejemplos de un drama conmovedor, como el intento de violación a Leona por parte de su cuñado; o el final feliz de un cuento de hadas, cuando encuentran las tres monedas de oro que dejó Enmanuel enterrados, por si moría, cuando viajó enfermo a la capital.
La nominación de su entorno, que es el aspecto más bello de esta novela sumamente descriptiva, va cargado de un lirismo que Ángela asegura utilizando los adjetivos como epítetos (fiera vida, gorda mata), elementos que aportan a su narrativa un ritmo poético que, aunque apenas se percibe, funciona perfectamente. Asimismo, en medio de un párrafo narrativo y solo separado por una coma, inicia en mayúscula lo que dijo una persona, dentro de la narración de Leona, aunque otros parlamentos están señalados con los signos ortográficos que demandan, pues son parte del acontecer inmediato.
Desde el más pequeño de los insectos, hasta la escala apabullante de árboles enormes y tupidos, siempre respaldados por el bloque de montañas azuladas, los nombres de las hojas, de las plantas curativas, de las raíces, de las cárceles de selva húmeda, de los alimentos, tal y como los llaman en Quima, de sus ecosistemas, sus gentes, sus costumbres… te envuelve; en un viaje retrospectivo, donde no solo nuestra historia reciente, sino las huellas de “lo inicial”, se registran, se evidencian… y el río permanente, el río de la vida que arrastra, que vadea y se devuelve, que retoma su curso, como si las manos de la escritora fueran guiadas por Heráclito.
La narradora mezcla tipos y niveles de lengua, que en ella son permitidos, y al lado de un término campesino encuentras un vocablo culterano, pues sus personajes y lo que hacen, resultan más importantes que la Era de Trujillo o la Guerra de Abril, acontecimientos históricos que sólo sirven de telón para que haya mudanzas y cambios en la familia que afectan y definen a su miembros. Como el hermano amado, Virgilio, arquetipo de inteligencia y de bondad que se convierte en revolucionario y que está presente en la novela solo a través del amor de su familia y principalmente de su hermana Leona.
O el odioso Lorenzo, jugador, bebedor y abusador, hermano mayor que solo las utilizaba para su provecho y que terminó enganchándose a la guardia, pero a quienes ellas perdonaron porque era su familia; los limosneros y pedigüeños que iban día día a esperar la generosidad de Beba, la madre viuda, pobre también, cabeza de familia, mujer espartana, madre coraje, que se envolvía en una coraza de órdenes militares y estrictas exigencias morales, para que sus hijas estudiaran e hicieran las labores del hogar y así asegurarles un futuro y protegerlas de las malas lenguas y el descrédito.
La vecina que te pasa los víveres; la otra que sale preñada de un bandido que la abandona; el terrateniente con varias queridas… pero también una niña que juega pelota mejor que un niño, un joven adolescente con voz atiplada adornando la misa de los domingos, y una desquiciada que tocaba el acordeón de su padre muerto, como una virtuosa.
Muchos pudieran catalogar Leona o la fiera vida de novela costumbrista, pero ¿qué texto que aluda a la realidad y a sus entornos no lo es?
La vida y sus circunstancias; las leyes del azar y la violencia; y cómo respondemos a ellas… Esa es, en el fondo, la verdadera estructura de la novela. Una novela que tiene dos grandes protagonistas: Leona, narradora y personaje alrededor de quien se desarrolla lo que se cuenta. Escritora desde el inicio del cosmos, bendita por la “causa” y destinada a soñar para encontrar la verdad de las cosas… Y Beba, su madre, omnipresente, física o mentalmente, en esos permanentes recuentos de la memoria en los que Leona asocia todo lo nuevo con lo que ha vivido.
También es muy importante, su permanente declaración de creencias, espirituales, su filosofía de vida: la consustanciación del hombre con la naturaleza, la capacidad milagrosa de repetir las oraciones, la búsqueda del fondo de su alma, y principalmente esa ley que esgrime desde el inicio del libro y que solo puede ser respondida con amor: “Algo se me daba, algo se me quitaba. Si recibía, ya debía prepararme para perder”.
Aunque parezca mentira, la novela de Ángela Hernández está salpicada de citas de los místicos católicos, de grandes autores literarios de occidente y de pensadores orientales; con todo, estas alusiones que confirman sus puntos de vista, no disgregan el texto. Porque la escritora como dueña de lo escrito esgrime sus permisos a conciencia. Así vemos mezcla de vocabulario, agresiones a las reglas de puntuación y citas propias de una persona sumamente leída en boca de un personaje rural, por lo que podríamos afirmar que esta novela resulta un texto sumamente contemporáneo.
La escritura, casi barroca, de Leona o la fiera vida no le ha sido fácil a Ángela Hernández; la diversidad de mundos que abarca (el real, el imaginario, el deseado…) y lo heterogéneo del vocabulario que utiliza, han podido encontrar un equilibrio que hubiera parecido imposible a cualquier otro autor.
Pero Ángela Hernández es una de nuestras mejores escritoras-escritores. El pleno dominio de su oficio le ha permitido jugar con la ficción y plasmar una escala de valores, de convicciones y creencias que la definen como Ser.
Para mejor definirla tomamos del texto que cierra la novela. Cito:
“Ya sabía que lo claro de la vida no tiene que ver con el lugar, sino con los horizontes… Por alguna razón nací al mismo tiempo que Batalla, por alguna razón fortalecí mis huesos escalando pendientes y vadeando ríos, y aprendí la pauta del equilibrio cargando cientos, miles, de bidones de agua sobre mi cabeza erguida. Por alguna razón mi mente mantenía el control en los momentos de peligro, hasta sortearlos… Por alguna razón poseía ojos alagartiados y nombre de fiera. Por alguna razón el agua del amor humedecía constante mi alma rebelde…
“Algo se me daba, algo se me quitaba.
“Lo que tengo lo debo a lo perdido; lo que soy, a lo que nunca pude ser”.


ALÓTROPOS:
LA MAGIA CENTRÍFUGA DE LA PALABRA
Por Mantonio Acevedo

He sido testigo de la construcción de un universo dual, de la rutinaria vida de unos seres que buscan fluir apegados a su designio de transparencia.

Borro los ojos de Dinorah. Quisiera tacharla entera… En este momento las palabras me contemplan desde esa mariposita empañada… He de aniquilarla. Un plagio. ¿Qué busca esa mariposita empolvando la pared?... Suena el timbre. ¿Ordena dormir? (Un plagio). ¿Ordena cenar? (Un plagio)… Me sonreía afirmándome que había plagiado a un mexicano. ¿Eran seguras sus palabras?... En este momento las palabras me contemplan desde esa mariposita empañada[1].

Todos los personajes de Alótropos están hundidos, sumergidos en la búsqueda interminable de esencialidad. El deseo de libertad, de atravesar invisibles la vida, une a estos personajes, que si bien no escapan de la realidad y el orden, pretenden negarlos.
¿Por qué el deseo se apodera irremediablemente de los personajes de este libro, enviándonos a esa vertiginosa placidez de la que nunca retornan? El que esto ocurra me permite aludir al humano pasto de que están hechos.
Cuando aludía anteriormente a una intencionada fugacidad, lo hacía a partir de antecedentes, para mí muy claros. En Alótropos los personajes se diluyen y se evaporan, dejando tras de sí una estela, una irrebatible materialidad. Estos llegan a tener una forma, una definición de vida. Ahora bien, ellos eligen seguir transformándose en lo que Lezama Lima diría que es “una misma agua discursiva”. Tal vez se deba a que no aspiran a una concreción determinada, a que nunca piensan en ser, como en los nocturnos de Gorostiza, estatua o niebla.
¿Qué quiere mi sencillez al lado de tu complejidad? (Nietzsche). Tejer un pasado, que vuelva a ser hoy, mañana y siempre ha sido el propósito de la narradora Ángela Hernández: anclada a la orilla de un desvelado impulso, el de fluir e inventar un tiempo nuevo. En esa aventura, uno puede sentir sus ondulaciones y estallidos. Recuerdo que esos “papeles”, con dimensiones y nombres, solo eran un grupo de cuentos mecanografiados, guardados escrupulosamente en un sobre manila.
Digo esto porque para mí Alótropos es mucho más que un libro, ha sido la experiencia de contemplar un rito, de asistir a la ceremonia de su tramado, de su mística fusión, de su unidad. Unidad de componentes que sin ser idénticos cohabitan en un mismo espacio. A veces me pregunto cómo fue posible ese acopio de tan variadas técnicas y procedimientos narrativos. Alótropos representa la magia de una centrífuga escritura. No busca, no anhela, una verdad razonable, su única verdad es la belleza. El libro para mí ya es un misterio. Él asume para sí el campo de lo imaginario, en y desde lo poético. Sus textos borran límites. Espacio que se apropia de ambos extremos haciendo de lo narrado y lo poético una misma sustancia. ¿Cómo fijar o establecer la procedencia genérica de muchas de sus partes?
Esa búsqueda en la producción cuentística ha aproximado a Ángela Hernández a una auténtica comunión con las leyes del cuento literario, pues a mi juicio los cuentos de Alótropos son la más fuerte evidencia de madurez técnica y eficacia en el uso del lenguaje. La lectura de sus escritos me confirma su personalidad como creadora. Escritos que instauran, claramente, su percepción de mujer, sin menoscabo de la calidad literaria. He de acentuar que la literatura es escrita por individualidades, que toda la literatura imaginable no es más que el conjunto de conciencias determinadas, de voces y percepciones que la constituyen. T.S. Eliot no hubiese escrito nunca Las Olas, ni Virginia Woolf las primeras estrofas de La Tierra Baldía.
“Cómo recoger la sombra de las flores” es un texto alucinante, el que más estimo. La utilización del recurso poético en el mismo me produce la misma fruición y embriaguez que la poesía oriental: Ando y ando/ si he de caer/ que sea entre las flores (Li-Po). Genera en mí ese poder nadar por sus aguas en silenciosa complicidad con lo narrado. Una Faride sepultada por un mundo de contrastes y pesadez, que trata de recuperar su inocencia de mujer y que busca, en un estado de vibraciones, integrarse al universo. La querida Faride ha encontrado la poética:

Existir y no se/ es un milagro/ ser el borde de lo indescifrable/ equidistancia de la aceptación/ una cordura al margen de preceptos/ un lúcido candor/ una dorada vértebra escondida[2].

Entonces, poco a poco, en el hogar de Faride, el de la familia tradicional, cada quien me dará noticias de sus irrazonables conductas. El relato terminando diciendo que quizá todo se reduzca “a una mera cuestión de poética”. Estoy de acuerdo. La idea de la poesía capaz de redimir la condición humana, se acentúa aquí como símbolo. Faride es parte de esa humanidad cuya historia está llena de horrores, impedimentos y miserias.
En “Teresa Irene”, la escritora alude con cierta levedad al mito de la ciguapa. Texto de señales que muestra las sucesivas y necesarias metamorfosis del espíritu. “Teresa Irene”, que pudo haberse llamado Teresa Batista o Emily Fires, es aquella niña que ha resuelto quedarse desvestida y entregarse a su entorno, formando con este, en invisible permanencia, una misma entidad.
Sin embargo, distingo un cuento de alucinante impulso y sólida atmósfera, “El Cuadro”. Uno de los ejemplares insólitos que pueblan el libro. Este cuento nos proyecta a una zona de angustia, recuerdos y vivencias de un pintor en pavorosa locura. Lleno de arrebatos verbales de una aprensible reflexividad. Una cárcel en penumbras acabará siendo su fugaz y volátil memoria.
Ahora estos cuentos me asaltan por las hendijas más diminutas, siendo arrastrado a un juego de leyes inocentes y misteriosas. ¿Quién es uno en ese andamiaje de cuerdas? Puede que un día me siente a escribir temiendo la posibilidad de ser Felipe Alfonso. O quién no ha sentido o experimentado la vaga pero irrefutable certeza de andar por ahí desconectado de la realidad, tal y como Faride en “Cómo recoger la sombra de las flores”, texto en que la autora mejor incorpora los sueños a la creación cuentística.
Así Ángela va revelándonos el mundo, falso e irreverente, camuflado por el caos, pero nunca exento de locura, levedad o transparencia.

Mayo, 1990



[1] Cuento “Alótropos”
[2] Cuento “Cómo recoger la sombra de las flores”.


Leona, o la fiera vida: la revelación de un singular universo

  Por Pastora Hernández   
    
En Leona, o la fiera vida, Ángela Hernández Núñez nos muestra una comunidad, llamada Quima, que desarticula muchos esquemas sobre la realidad rural. Desnuda sus interioridades a través del desfile de sus muy bien elaborados personajes, así como de la descripción de su geografía y ambiente. Nos inserta a Leona, su personaje central, en ese espacio; con sus conexiones e interacciones muchas veces sorprendentes. Leona es inteligente, imaginativa, exploradora y con una gran fuerza vital. Desde el principio de la narración una siente una enorme simpatía por ella. No solo conocemos en detalles a la comunidad, sino que también conocemos el espacio urbano en que se desenvolverá la protagonista. Su periodo de adaptación, su lucha contra fuerzas adversas, malignas, y su capacidad de sobrevivencia con dignidad, anhelos por la vida y amor por sus seres queridos. Leona a la hora de defenderse se muestra como una fiera, rindiendo tributo a su nombre y carácter.
   Ángela muestra también su gran maestría en el manejo del lenguaje, tanto urbano como rural, y un profundo conocimiento de ambos espacios.
   Imaginación y realidad se entrecruzan ofreciéndonos un cuadro digno de ser contemplado. La novela tiene un final sorprendente y abierto. Late en toda ella la esperanza, bondad y comprensión, así como las complejidades de un mundo urbano azotado por la guerra de abril de 1965. En ese contexto, conocemos la crudeza y las fuerzas que lo mueven, de una forma que quizás nunca hubiéramos imaginado.
Ángela configura personajes bien complejos, como es el caso de Lorenzo, su hermano mayor. Casi al final, cuando este retorna a Quima obligado por las circunstancias de la guerra, entre él y su madre Beba tiene lugar una conversación clave que descifra y nos da a entender los motivos de su mal carácter y odiosidad. Es una escena conmovedora. Ya antes Leona lo había visto desde su escondite, haciéndole gracia a su hermanito pequeño. Esto cambiaba la imagen que tenía de su hermano, pues le revelaba un rasgo amoroso que escondía tras su máscara de dureza.
En vísperas de la guerra, Leona retorna a Quima con su mundo más ampliado, con las buenas y malas experiencias que vivió en Santo Domingo. Regresa más imaginativa y madura. Este retorno lo marca un acentuado lenguaje poético y unas vivencias muy singulares, una nueva forma de relacionarse e intimar con su madre, con Noraima y demás hermanas.
Así pensaba y se emocionaba Leona cuando retorna a Quima:

Ah! ¡Qué deleite, el reencuentro! Ebria. Fresca. Rebullía y me desdibujaba en las receptivas cadencias y el íntimo perfume resultante de híbridas interacciones. Me hablaban, estoy segura. Sobre mi cabeza y brazos extendidos por la ventanilla, vertían su memoria de clorofila, minerales y rocío; sus cíclicos movimientos, sus germinantes sombras. Y en los bordes de luz, y en las huidizas cortezas parlantes, entreveía a Emilio, Beba y a mis hermanas, a Antonio; Florinda, Manuelico, Asunción, Ballilla, Martina..., raicillas cálidas con las que mi alma se adhiere al mundo.

En los personajes más complejos, especialmente en Lorenzo y Noraima, descansa la revelación de notables verdades y la resolución de partes importantes  de los nudos de tensión de la novela. Por otra parte, Virgilio es el hermano revolucionario, el que avivó la imaginación, el ausente que todas recuerdan amorosamente, el preferido de Beba, el preocupado por su familia. Afectuoso, inteligente y responsable, también se ocupa de ayudar económicamente a Beba cuando puede, aspecto muy importante dada la precariedad en que, con dignidad, se desenvuelve la madre para mantener a flote su familia.
La novela está matizada por ese hálito de poesía, expresada de una forma muy natural y hermosa, en la voz de su protagonista como dije anteriormente. Veamos una muestra más:

Fragmento del cuadro "Manuscrito" (año 2000) de Ángela Hernández Núñez
Me hundí en un minuto interminable de lágrimas que caían en un abismo de misterioso y total amor, cercano al que por momentos me suscitaba Emilio.

Leona, o la fiera vida también exhibe toques de humor, expresados en los más variados y graciosos cuentos que desataron los participantes en un banquete que ofreció Leona, cuando sus condiciones se lo permitieron.
La narración mantiene un atractivo ritmo, desde el principio hasta el final, manteniendo vivo el interés en su lectura. Como dice Umberto Eco: “Una gran novela es aquella en que el autor siempre sabe dónde acelerar y dónde frenar y cómo dosificar esos golpes de pedal dentro del marco de un ritmo de fondo que permanece constante.”

   Ya antes, Ángela nos había deleitado con sus novelas Mudanza de los sentidos, Metáfora del cuerpo en fuga y Charamicos. Desde mi punto de vista Leona, o la fiera vida, es su obra cumbre. Con estas palabras invito a su lectura y disfrute.
(Artículo publicado en la revista Vetas, Rep. Dominicana, marzo 2014).

Un agradable y estimulante encuentro con jóvenes estudiantes en la Biblioteca Infantil y Juvenil de Santo Domingo

El grupo posa al final encuentro para una fotografía 


Cartel de promoción de Leona o la fiera vida en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo.
Stand de Santillana

ESTADO, CULTURA, FERIA DEL LIBRO: 


Un tema actual y de siempre. La libertad es absolutamente imprescindible para crear. ¿Por qué no se dedican recursos y esfuerzos al establecimiento de bibliotecas públicas municipales y barriales, si éstas se necesitan a gritos e implican apostar por procesos educativos de calidad y por sustento real a la democracia? Acceso libre y gratuito al conocimiento, al pensamiento, por parte de toda la población, no solo la que está en las escuelas, eso es fundamental para nuestro pueblo. Una cuestión de raíz y también de vuelo. Bibliotecas como corazón de la acción cultural, como lugar de reunión y debate; con libros buenos ¡y que se presten a quien los solicite! No se puede hablar de calidad de educación y de formación de maestros sin la existencia de bibliotecas. ¡Y por Dios, que nadie crea que internet las reemplaza! Esa idea es de una cortedad abrumadora, hasta descabellada, si nos situamos aquí. ¿Qué se logra con programas de estímulo a la lectura si no hay bibliotecas, libros, los buenos libros (no cualquier libro)? ESTO ES PROPIO PARA UN DEBATE NACIONAL. Pregunto: ¿qué es esencial, qué superfluo? ¿Qué permanece, transforma y produce? ¿Qué es un flash, qué es luz solar? ¿Qué crea hábito y qué solo una impresión efímera?
En Sabana de la Mar, en el preámbulo para iniciar una pequeña biblioteca. Algunos de los niños y las niñas expresan que por primera vez palpan un libro. 2013

Con Joan Manuel Serrat durante una entrevista para Radio Cristal

Durante un paseo por el Danubio ofrecido a los periodistas
en la Cumbre Mundial de Derechos Humanos, Viena 92
Con Ligia Minaya y Marcio Veloz Maggiolo Añadir leyenda

Añadir leyenda

Con Adrián Javier, Modesto Acevedo y las dos Marías en los noventa

Con el escritor haitiano Franketienne




Con Danilo Manera y Anyely

Con Yolanda Ramírez y Manuel Llibre

En la biblioteca Antillense (foto de Pascual Núñez)






Con José Alcántara

Con Federico Henríquez Gratereaux


Con jóvenes escritoras y escritores en el Festival de Poesía de la Montaña



Con Eugenio García Cuevas, la Dra. Wanda y Rei Berroa


Con Pedro Antonio Valdez y León David



Con Giordano Sosa, fotógrafo

Con Dionisio Blanco y Pedro Camilo


Con Jabid Salcedo, artista, y Freddy Ginebra



Con Senaida Jansen y una amiga haitiana


Con escritoras puertorriqueñas


Con Atilio Aleotti, Fulvio Chimento y un artista-poeta durante la expo "Tiempo y Silencio" en Roma

Con Aurora Arías y Chiqui Vicioso en N.Y.

Con los poetas Jhonny Durán y Modesto Acevedo en los noventa

Junto a Aurora Arias, un momento en Beiging 95


https://www.academia.edu/3584123/Charamicos_Rewriting_Historical_Memory_in_the_Aftermath_of_Trujillo







Café Literario en Ágora Mall. Organizado por Verónica Sención, presentación de la invitada a cargo de Ilonka Nacidit Perdomo y Mateo Morrison. 10 de marzo 2014

Lasana Sekou y Ángela Hernández Núñez

En Trinidad, Cuba, todo un descubrimiento. Una imagen (souvenir) que me envía
el poeta Lasana Sekou. Fue muy grato conocerlo y compartir esos días de jurados en el Premio Casa de las Américas.

Autorretratos en el malecón de La Habana enero 2014


autorretrato II

Juan Bosch, Ángela Hernández Núñez y Belkis Ramírez en la presentación de Edades de asombro

Juan Bosch, Ángela Hernández Núñez y Belkis Ramírez en la presentación de Edades de asombro, escrito por Ángela e ilustrado por la artista Belkis. Un bello trabajo a dúo.

JURADO CATEGORÍA CUENTO Concurso Casa de las Américas, enero 2014.

Carlos Wynter (Panamá), Alejandra Costamagna (Chile), Ángela Hernández Núñez (Rep. Dominicana), Rosa Beltrán (México) y Emerio Medina (Cuba).  Concursaron 208 autores y autoras. Una experiencia memorable, fructífera. Foto en la plaza de Cienfuegos.


DESEOS 2014:  AMOR, DESCUBRIMIENTO, IMAGINACIÓN


Que ames el amor y seas el amor mismo y el amor sea en ti: una llama que tiembla de ternura y belleza, una llama que es la vida misma. Que tus actos te bendigan y te abran las puertas oportunas.
Que cuides a los que tienes y lo que tienes (eso), no como propiedad sino como algo inapreciable,  algo vivo que también te constituye. Que cada día mires dentro de ti y a tu alrededor y hagas plena conciencia de tus tesoros amorosos. Que eso sume música, que eso ponga a bailar tu corazón. Que eso sea foco de tu simpatía.  Que eso te forje y te fortalezca. Que puedas nombrar eso y todo lo que contiene sin titubeos  (como lo hago yo en este momento). Que esta conciencia desborde tu ser de gratitud.
Que ames tu imaginación, como a las flores que brotan en tus sueños y al manantial que nace en tu memoria. Que te atrevas a bañarte en el aguacero, a dormir en el jardín, a contemplar el firmamento cuando todos duermen. A llevar la vestimenta que te apetezca.  Que te atrevas a cantar a pleno pulmón. Que grites de vez en cuando el fuerte grito del nacimiento.
Que ames tu materialidad, tu desnudez. Que te rías sin miramientos y sin ofensa ante quienes quieren confinarte en una edad, en una convención, en una idea fija de ti mismo. Que ante la estrechez muestres la exuberancia de tu persona, de tu ser; exuberancia incólume en todos y cada uno de tus días.
Que la de hoy sea tu época. Que tu época esté poblada de incitantes desafíos. Que tu época preserve sus raíces y sea ilimitada a la vez. Que tu época se enriquezca con ritmos, solidaridad, conocimiento, sabores, esperanzas, utopías, afectos y pasiones. Que tú, con tu hacer y tu pensar, enriquezcas la época de todos.
Que poseas sabiduría para discernir lo esencial de lo secundario, lo importante de lo trivial, el grano de la paja. Y sea el amor brújula en cada uno de tus días, en tu profesión, en tu oficio y en tus relaciones.
Que te desprendas de cáscaras inútiles. Que dejes atrás esquemas o programas que te lastran. Que tomes como un emblema DESCUBRIR.      Que laves tus ojos para mirar una luz nunca vista, un sentimiento nunca conocido, una fe nutritiva.
 Que andes con suficiente ligereza como para percibir el perfume sutil que emana de cada lugar, de cada vínculo. Que andes con suficiente atención para sentir el dolor de los otros, las necesidades de los otros, el sentir de los otros. Que tu alma revele su más fino don en tu capacidad de compasión, de compartición, de solidaridad.
Que tu memoria se bañe en el ahora y sea para vivificar el ahora. Que el ahora sea un río navegable. Río con remolinos y serpenteos que atraviesa cañones y siempre encuentra la claridad del cielo, los valles de fresca hierba. Un río que tanto regresa hacia su fuente como  desemboca en el océano de todos. Río-Océano: profundidad y extensión, movimiento y gravidez; el exhalar y el aspirar.  Río-Océano de enlaces, de viajes, de fruición, de contactos.
Que vivas porque sí, que fundes porque sí, que seas porque sí, como los sueños y los procesos espontáneos de la vida.
Que aceptes tus miedos como amigos. Que aceptes tus problemas como amigos. Que aceptes la tristeza como amiga. Que aceptes tu pasado como consejero, como estímulo, como realidad. La vida abarca, la vida resuelve, la vida es el absoluto milagro, la vida renace, la vida te acaricia y te moldea. La vida te sacude y te copa de armonía. La vida es indescriptible. La vida es el amor perpetuo. La sinfonía floreciente.
Que las aves de rapiña no te impidan ver las aves del paraíso. Que el avestruz no oculte al colibrí. Que la codicia de muchos no te impida apreciar la sed de justicia de muchos.
Que veas en tu cuerpo tu alma y en tu alma tu cuerpo, y en cuerpo y alma, el universo. Que cuides tu cuerpo con el amor que se profesa a la expresión más delicada y compleja de la vida. Que en tu cuerpo sientas a toda la humanidad pasada, a toda la humanidad presente, al presente mismo. Tu presencia es el tiempo. Tu presencia es la verdad. Tus actos te están creando a su semejanza.
Que en tu soledad vivan las personas, todas las criaturas, todos los astros. Que en compañía conozcas y palpes tu ser singular. Que al entregarte contactes tus bordes, tus contornos, tu unicidad. Que al retraerte palpes tu infinitud y al expandirte hagas conciencia de tu forma concreta y maravillosa.
Que al recibir multipliques, que al dar te afirmes. Que fluyas con el bien, siendo el bien. Que fluyas con la creación, siendo creación. Que ames en este instante a conocidos y extraños. Que les mires y les ame de golpe. Que jamás rehúyas la eternidad de una mirada. Que mires a los ojos del prójimo, hombre o mujer,  sin importar la edad, y te ahondes confiadamente en sus cifras, pues los ojos son lámparas, son bibliotecas, son flores de un infinito jardín compartido, son oleaje de un océano compartido, son puentes entre nuestras realidades.  No hay soledad si nos miramos.
Que contemples las hojas, cada hoja, el árbol, el bosque, y en ellos leas afinidad. Que leas en los ojos de los animales el amor que el universo te profesa, el sentimiento mudo, que es así para poner manifestarlo todo, cederlo todo, a quien sepa mirar.
Que te comuniques con Dios. La luz en nosotros. Dios cuya esencia es la verdad, no el poder; cuyo signo es la libertad, no la dominación. Entre Dios y nosotros no proceden atajos. Que construyas paso a paso, acto a acto, tu propia idea de Dios. Que estos pasos y estos actos estén hechos de justicia y amistad, de amor y humildad, de valor y alegría.
Que la serenidad perfile los contornos de tu dicha y sea esta el inicio de la comprensión. Que la serenidad lleve a reposar en ti amor y conocimiento. Que en ti repose la luz.

Ángela Hernández Núñez                         1ro de enero 2014

Libros en Amazon

Mis Libros estan disponibles en amazon. Dale click a "Leer Mas" para los enlaces.

La cualidad de la nostalgia

Cuento de Ángela Hernández Núñez

Contacto

angelahn@gmail.com, Santo Domingo, República Dominicana