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¿Quién es Ángela Hernández Núñez?

Premio Nacional de Literatura 2016. Nació en Buena Vista Jarabacoa, República Dominicana, 6 de mayo de 1954. Graduada con honores de Ingeniería Química. Narradora y poeta. Apasionada del cine y la fotografía. Textos de su autoría se han traducido al inglés, francés, italiano, islandés, bengalí y noruego. Se incluyen en importantes antologías. Es Premio Cole de novela corta, a la novela Mudanza de los Sentidos, 2001; dos veces premio nacional de cuento. Su libro Alicornio mereció el premio nacional de poesía.




ORIGEN DEL DÍA INTERNACIONAL DE NO MÁS VIOLENCIA CONTRA LA MUJER





Acuarela El rostro AHN



En julio de1981, en Bogotá, un poco más de doscientas mujeres protagonizaron un acto memorable, en el que brillaron cultura, política, historia, arte: el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe. Tomaron la palabra feministas de variadas tendencias (autónomas, socialistas, radicales), obreras, cineastas, guerrilleras, religiosas, profesionales de la medicina, escritoras, políticas, entre otras.
La participación de República Dominicana fue coordinada y animada por Magaly Pineda, pionera del feminismo de los setenta y ochenta en la región, quien ya había fundado el Centro de Investigación para la Acción Femenina, CIPAF.



Dieciocho integrantes de las organizaciones femeninas y feministas formadas a partir de 1977 asistieron al evento. La mayoría de ellas vinculada a la izquierda que luchó contra el gobierno de Balaguer, durante el periodo llamado de “los doce años”. Esos núcleos y asociaciones reflejaban de algún modo la correlación entre democracia social y libertad de la mujer.
En el Encuentro se conocieron testimonios de toda clase de violencia propiciada por el machismo, el sexismo, la ideología patriarcal: asesinatos, violaciones, discriminación laboral, tortura en las cárceles, maltrato en el seno de la familia, tráfico de personas, abuso de niñas, explotación sexual, exclusión del poder en iglesias y los partidos, etc. En torno a teoría, alianzas y prioridades del movimiento feminista hubo coincidencias y francas diferencias, matices variados. Sin embargo, todas las presentes convinieron en enfrentar la violencia que torna miserable y angustiosa la vida de millones de mujeres; brutal y sangrienta en muchos casos, tanto como en los tiempos de las cavernas.
Participantes de República Dominicana en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, realizado en 1981, Bogotá, Colombia. Arriba, de izquierda a derecha: Maritza Feliz, Melly Papaterra, Mariví Arregui, (sigue identificada solo como Antonia), Carmen Alonso, Isis Monte de Oca, Ana Teresa Rodríguez, Miriam Zapata, (sigue, no identificada), luego Magaly Pineda, Nelsy Aldebot y Virginia Álvarez. Abajo, de izquierda a derecha:   Ramona Santana, Sergia Galván, Maritza Burgos y Ángela Hernández.




Unánime fue la decisión de establecer un día mundial para enfocar ese terrible problema y luchar por su erradicación. ¿Qué fecha del calendario podría ser la más simbólica? Empezaron las propuestas. Pensé, con un destello, en el 25 de noviembre. Busqué la anuencia de las dominicanas que estaban cerca para hacer la propuesta a nombre de todas. Pedí turno. Conté en pocas palabras, llena de emoción, quiénes fueron Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, heroínas veneradas del pueblo dominicano, que encarnaban lo mejor de nuestra historia. La resistencia a la tiranía, la libertad. Su inmenso significado para las mujeres.  (“Cuando Ángela lo propuso a nosotras se nos iluminaron los ojos; era que aquel asesinato había sido una expresión de cómo las mujeres vivimos la violencia en nuestras sociedades”, contó la profesora Nelsy Aldebot en A Primera Plana, 17 de julio 2008). En la asamblea hubo consenso en acoger muestra propuesta. Es así como en todo el planeta se denuncia y se encara la violencia contra la mujer en el aniversario de la inmolación de las hermanas Mirabal.

El Encuentro primero estuvo planificado para realizarse en diciembre de 1980.  

En República Dominicana, las primeras jornadas contra la violencia sexual, laboral, política y cultural que afecta a las mujeres fueron convocadas por la Coordinadora de Organizaciones Femeninas. Se llevaron a cabo en Santo Domingo, Salcedo y otras ciudades durante los meses de noviembre y diciembre del año 1982. Por primera vez se hizo una labor seria y amplia para visibilizar un problema que las más de las veces se había tratado en los medios de comunicación como anecdótico, curioso o picaresco. La violencia intrafamiliar se veía hasta ese momento como asunto privado que no incumbía a vecinos. Y ni pensar en responsabilidad del Estado.
La voz cantante en estas jornadas la llevaron: Magaly Pineda del Centro de Investigación para la Acción Femeninas, Nelsy Aldebot del Comité Gestor por un Movimiento Feminista Socialista, Lourdes Contreras del Comité por la Unidad y los Derechos de la Mujer, Ángela Hernández de la Unión de Mujeres Dominicanas. Se destacaron también Sergia Galván, Margarita Cordero, Sagrada Bujosa, Carmen Imbert, Mariví Arregui, Dora Eusebio, Miriam Perelló, Nita Adames, Carmen Fortuna. La poderoso voz de Xiomara Fortuna dio un toque cautivante a los actos en la Capital. En el Cibao, Patricia Pereira acarició los sentidos con sus canciones.


Acto sobre violencia contra la mujer. En la mesa que preside, se observan, de izquierda a derecha a Nelsy Aldebot, Carmen Fortuna, (sigue no identificada), Magaly Pineda, Lourdes Contreras, Ángela Hernández y Nita Adames.

Las jornadas constituyeron momentos altos de lo que podría denominarse la “segunda ola” del movimiento por los derechos civiles, políticos y sociales de la mujer, iniciada con los aires democráticas que soplaron al terminar el gobierno de los doce años de Joaquín Balaguer. (La “primera ola” fue alrededor del año 1930, cuando se formó la Acción Feminista Dominicana).
En 1997, tras larga lucha y sostenida presión de organizaciones y líderes femeninas, fue promulgada la Ley 24-97 sobre Violencia Intrafamiliar.  “Constituye violencia contra la mujer, toda acción o conducta pública o privada, en razón de su género, que causa daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, mediante el empleo de fuerza física o violencia psicológica, verbal, intimidación o persecución”, establece en su artículo 309-1.
En l999 una Resolución de la Asamblea General de la ONU instituye el 25 de noviembre como Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.
Al día de hoy se reconoce que se trata de una violencia planetaria que repercute en la familia, en la salud pública y en la economía. Pero ¿qué tanto hemos avanzado? En República Dominicana, las cifras de asesinatos, incestos, violaciones y golpizas son escalofriantes; una pesadilla. Parecería que este tipo violencia lejos de menguar, se recrudece.  Eliminarla es uno de los mayores desafíos de la colectividad. Cómo estimular empatía, cómo desalentar odios, prejuicios, autoritarismo, ese es el reto de la educación. Y todo indica que se requieren estrategias audaces, creativas, inspiradoras. ¿Seremos capaces?
Acaso apenas estemos comenzando a comprender las dimensiones de esta locura, sus laberínticas raíces. De cualquier modo, una cosa debería estar muy clara: las mujeres no retrocederán, al contrario, seguirán avanzando. Para bien.




Cartel promocional Primeras Jornadas Denuncia Violencia en República Dominicana, noviembre-diciembre, 1982.










¿Extrema lucidez es también «locura»? Poder y locura femenina


PODER Y LOCURA FEMENINA




“Histérica”, fue la diagnosis con que por siglos se despacharon los malestares y reacciones espontáneas de una vida femenina aplanada y circunscrita. La histérica, muy a menudo, era señora o señorita inconforme, de manera infusa y recurrente, con su realidad. La rebelde, la que desafía, era histérica.

Dedicado a nosotras, las rosas de hoy y siempre
¿Cómo le será permitido al poeta equivocarse, cuando su naturaleza y su destino han sido colocados en el sitio más destacado del mundo? 
Thomas Mann




“Histérica”, fue la diagnosis con que por siglos se despacharon los malestares y reacciones espontáneas de una vida femenina aplanada y circunscrita. La histérica, muy a menudo, era señora o señorita inconforme, de manera infusa y recurrente, con su realidad. La rebelde, la que desafía, era histérica. 
Irritación o insomnio eran tomados como síntomas de histeria. 
El diagnóstico de enfermedades está muy lejos de ser infalible o de poseer una precisión científica incuestionable. Cuando se trata de dictaminar trastornos mentales hay umbrales de incertidumbre y ambigüedad, bordes de líneas muy finas, casi difusas. (Habría que empezar por señalar que se ignora dónde está ubicado eso que llamamos mente. El budismo Zen y la psiquiatría tienen métodos muy distintos de investigar la mente. También las religiones afinan los suyos. Para un sacerdote católico y para un chamán la mente podría identificarse, en sus fallas y luces, como entidades de naturaleza distinta y hasta divergentes. Bueno, ya el hecho de separar la mente de todo lo demás es un poco raro, ¿no?, pero dejemos eso. No soy quién para opinar de materia tan compleja y de infinitas sutilezas. Solo le pido a Dios que a los profesionales especializados en esta área de la salud les dote de sabiduría y una sensibilidad a toda prueba).
Es oportuno recordar que hasta hace poco en psiquiatría se consideraba la homosexualidad como una desviación que ameritaba tratamientos drásticos, que a menudo eran, más que drásticos, de una brutal crueldad. Hoy muchos estudiosos de la conducta humana coinciden en que solo un porcentaje mínimo de las personas diagnosticadas como depresivas sufre ese estado de ánimo por causas endógenas.  Las demás, la gran mayoría, padecen tristeza y abruptos descensos del ánimo por causas asociadas al entorno, a la historia personal, a las circunstancias, a la presión que reciben y no logran encajar, porque es difícil, muy difícil, practicar la aceptación de lo que se nos viene encima para aplastarnos. (Aceptación de lo inevitable y resiliencia forman parte de las capacidades más extraordinarias en los seres humanos). Los recursos internos para manejar la tristeza y la frustración varían mucho de una persona a otra y de una cultura a la otra y de una clase social a la otra. Un solo día de una madre soltera y pobre puede contener más de cien causas de exasperación y pesadumbre. Andar con la depresión a cuestas puede que sea una odiosa e injusta forma de “normalidad” que no deja espacio ni siquiera para poner esta “normalidad” en tela de juicio.
En los sesenta los criterios para diagnosticar esquizofrenia evidenciaban enormes diferencias.  Con el correr de los años, los cambios, tanto en la definición y clasificación de los trastornos mentales como en su tratamiento, son sorprendentes. 
La estigmatización de personas y la puesta en entredicho de su cordura se han utilizado para neutralizarlas o recluirlas, con miras a suprimir ideas o posturas disidentes del poder dominante (lo hicieron Trujillo y Stalin entre muchos otros déspotas). Aún hoy, individuos tildados de peligrosos “para la tradición y las buenas costumbres” o transgresores de normas que atañen al control sexista o racista son señalados como locos o locas. 
Miles de lúcidos mortales ardieron en el mismo fuego que convirtió en cenizas invaluables bibliotecas. Tal es la historia de creación y destrucción. La historia humana.
La intimidación, el ostracismo, el silencio impuesto, el aislamiento no han sido raros para aplacar a mujeres cuyo talento se observaba con reserva, sospecha y atávico temor. (El silencio de Sor Juana Inés de la Cruz, la reclusión de la artista Camille Claudel en un manicomio…).  A cualquier persona que se le cuestione de modo persistente su normalidad, su aptitud de adaptación, la idea que se va formando de sí misma, se le provoca un estado de alerta. De inquietud. Es posible que no haya mote tan desequilibrador como el de “loco” o “loca”. Piénsenlo un poquito, figuren lo que significa ese baldón… Que “los que saben”, por estudios académicos, estatus o convención, los especialistas, los expertos, te tilden de chiflado, de loca, ¿no es para angustiarse y perder el sueño? 
Esta acuarela, y la de portada, son autoría de Ángela Hernández.
Mientras hago estas anotaciones me cruza por la cabeza la pregunta: ¿Qué tan locas estuvieron Altagracia Saviñón y Evangelina Rodríguez? La primera, según algunos, iniciadora del modernismo en República Dominicana, con su poema “Mi vaso verde”, escrito en plena adolescencia, pasó la mayor parte de su vida en el manicomio. La segunda, brillante, humanitaria y ética, graduada en Medicina (1911), vivió en extravío y deambulando la última etapa de su vida. De procedencia humilde, había sido una luchadora infatigable que se labró un camino en las ciencias de la salud, en las letras, en el activismo social. ¿La lúgubre tristeza de Altagracia se originó en una temprana pérdida amorosa o en una culpa de esas acarreadas por una religiosidad que revestía la pasión carnal con tinieblas de pecado? ¿Heredó alguna deficiencia química en su organismo o se sintió miserable por alguna razón que no alcanzamos ni a especular? (Hasta la pérdida de la virginidad a manos de uno que no se convertirá en esposo podía desequilibrar una mente, visto el valor extremo que se le concedía al himen). Los trastornos de Evangelina, ¿no serían la forma que adoptó un horroroso dolor por el mundo, por su pueblo? Su soledad y locura, ¿no serían un escudo hecho de rebeldía e inocencia?  ¿La melancolía, o la tristeza, de Salomé Ureña, la poeta nacional de República Dominicana, no se explican en una herida en su conciencia patriótica ahondada por su martirio emocional? Si miramos la sociedad en que estas mujeres florecían, pese a todo, sociedad marcada por un bárbaro autoritarismo, un caudillismo sanguinario, un patriarcalismo bendecido por la religión y la ley, podemos imaginar la impresión que dejaban en sus sensibles corazones los hechos políticos y domésticos. Claridad de conciencia y sentimiento de impotencia, combinados, pueden demoler o pasmar o bien producir un inaudito valor. 
Los prejuicios son antediluvianos y, como dijera Albert Einstein, más difíciles de romper que el átomo. Imagínense lo siguiente: el útero de la mujer viaja por su cuerpo y le causa malestares cuando se detiene, por ejemplo, en el pecho. Esta surrealista visión era un mito en la Grecia antigua. No es menos extraña la creencia de que al paso de una mujer menstruando se dañan las plantas.
 (Recuerdo los testimonios en torno a la mutilación de niñas africanas en el Tribunal de los Derechos de la Mujer, Viena 1992. Una médica contó que, luego de pasarse años recibiendo a mujeres adultas presas de un malestar vago e inescrutable, se decidió a investigar el mismo. Lo que encontró fue que esas mujeres habían sufrido mutilación en su infancia y guardaban silencio sobre ello. No protestaban, al fin y al cabo, era un hecho propio de su cultura con una fuerte base de justificaciones, todas lesivas a su integridad. Pero los cuerpos de estas víctimas y sus cicatrices se encargaban de hablar por ellas. Se expresaban a través de ese malestar que no las abandonaba nunca).
A muchas maravillosas poetas y escritoras se les diagnosticó trastornos mentales rayanos en locura. O locura. Hipocondría y malestares autodestructivos. El destino final se buscó en esos diagnósticos. Recordemos algunas:

◊ Salomé Ureña (República Dominicana, 1850-1897), autora de “Ruinas”, “Umbra”, “La gloria del progreso”. Melancolía, asma. (Asfixia emocional fue lo que terminó matándola).  
◊ Virginia Woolf (Inglaterra, 1882 –1941), autora de Las olasUna habitación propia. Bipolar. Muerte por suicidio.
◊ Alfonsina Storni (Argentina, 1892 -1938), autora de Irremediablemente.   Inseguridad, nervios. Muerte por suicidio –ahogamiento en el mar-. 

◊ Teresa de las Mercedes Wilms Montt (Chile, 1893-1921), autora de Mi destino es errar. Muerte por suicidio. 
◊ Julia de Burgos (Puerto Rico, 1914-1953), autora de Canción de la verdad sencilla y de “Yo misma fui mi ruta”. Depresión, melancolía. Su cadáver fue encontrado entre las nieves de Nueva York, había estado muriendo poco a poco. 
◊ Alejandra Pizarnik (Argentina, 1936-1972. Autora de Extracción de la piedra de locura.  La tierra más ajena. Asma, tartamudez-espasmofilia. Muerte por suicidio.

 ◊ Sylvia Platt (Estados Unidos, 1932-1963). Autora de La campana de cristal. Muerte por envenenamiento con gas doméstico.
◊ Ingrid Jonker (Sudáfrica, 1933-1965), autora de Las mariposas negras. Depresión, ansiedad, inestabilidad. Muerte por suicidio.  

◊ Rosario Castellanos (México, 1925-1974). Autora de Oficio de tinieblasMujer que sabe latín. Depresiones profundas, internamientos. 
Vale una advertencia sobre la ligereza al enjuiciar. Es conocido que todos los grandes innovadores, mujeres y hombres, han encontrado quien les tache de locos o locas, dementes, lunáticos. No hay un uno solo de los genios, hombres o mujeres, que no haya sido considerado un chiflado por algún vecino o pariente o experto. Lo distinto inspira aprensión y, a menudo, desasosiego. Suscita un tipo de pregunta, por lo común, indeseada. Cuestiones que pueden sacar la alfombra bajo los pies. Lo que en una época es locura, más adelante, sin las restricciones del entorno, puede ser contemplado como seña de excepcional perspicacia. Cuando el Santo Oficio hacía de las suyas, albergar una genial idea o una clarividencia (como la que animó a Giordano Bruno), fuese en filosofía, arte, ciencia o teología, podía conducir al portador o portadora a la hoguera, más la eterna maldición de su alma.
Friedrich Nietzsche, quien terminó sus días en un manicomio, hizo unas llamativas anotaciones sobre la locura, dando a entender más de una vez que esta podría ser elegida. Por lo visto, él mismo escogió la suya: “Cómo se vuelve uno loco cuando no lo es ni tiene el valor de fingirlo. Casi todos los hombres eminentes de la civilización antigua se han hecho esta pregunta: y se ha conservado una doctrina secreta, compuesta de artificios y de reglas para conseguir este fin, al par que se conservaba la convicción de la inocencia y hasta de la santidad de semejante intención y ensueño”.
Este filósofo-poeta alemán también escribió sobre la relación de poesía y locura: “Hasta en épocas muy equilibradas, la locura se les ha dejado a los poetas como por una especie de convenio”. Y en otro lado, concluye: “Casi siempre ha sido la locura quien ha abierto camino a las nuevas ideas, quien ha roto el valladar de una costumbre o de una superstición venerada”.
Para los poetas y las poetas de todo el mundo, la locura ha sido un tema recurrente. Y es natural, son quienes se aventuran “en las fronteras de la realidad y la realidad”, “lo ilimitado y lo porvenir” (Guillaume Apollinaire).
En su Libro del desasosiego (del heterónimo Bernardo Soares), lleno de deslumbrantes reflexiones, Fernando Pessoa, escribió:
“Y veo que todo cuanto he hecho, todo cuanto he pensado, todo cuanto he sido, es una especie de engaño y de locura. Me maravillo de lo que he conseguido no ver. Extraño cuanto he sido, y ver que, a fin de cuentas, no soy.
“Miro, como en una extensión al sol que rompe nubes, mi vida pasada; y noto, con un pasmo metafísico, cómo todos mis gestos más seguros, mis ideas más claras y mis propósitos más lógicos, no han sido, al final, más que borrachera nata, locura natural, gran desconocimiento. Ni siquiera he representado. Me han
representado. He sido, no el actor sino sus gestos”8.
El mismo poeta que veía como ventaja “traer el alma puesta al revés, manifestó en un verso: “¡Si al menos enloqueciese de veras!”.
IMAGINACIÓN Y LOCURA: ÍNTIMAS PRIMAS HERMANAS 
Santa Teresa de Jesús, con toda propiedad, llamó a la imaginación “la loca de la casa”. Erasmo de Rotterdam, el ilustre humanista el Medioevo, escribió un juicioso Elogio a la locura. Ernesto Sábato afirmó que la única diferencia entre un loco y un novelista es que el segundo podía regresar de la locura a voluntad. Las reflexiones al respecto son interminables. Baste decir que Jesucristo era un chiflado a la vista de muchos, que algún psiquiatra moderno no vacilaría en adjudicarle, en el mejor de los casos, delirio paranoico, por creerse Dios. Al que sufrió el peor de los martirios en nombre del amor supremo, cómo lo interpretaría un sicoanalista ortodoxo. Pone la carne de gallina el solo pensar en el destino que habría esperado a Teresa de Jesús y Juana Inés de la Cruz, así como a otras mujeres de conocimiento, si no se hubiesen refugiado en conventos, desde donde, protegidas por sus hábitos, se lanzaron a la aventura del pensar, fundar, crear, incluso poesía de bellísimo acento erótico. Admirable arte de libertad el que estas escritoras hicieron con su vida.
Las rigideces, síquicas o intelectuales, son enemigas de la imaginación. Siempre que pueden, la rebajan o la arruinan.
EL CAOS VESTIDO DE LENTEJUELAS
La enajenación, la condena a ser parias, la exclusión o la invisibilización (ese “hacer el hielo”, ignorar a la persona, descrito por Jean M. Auel en El clan del oso cavernario como el castigo más terrible en determinada cultura)​, la prohibición del conocimiento y muchas otras situaciones que plagan la Historia no pueden ser razonadas al margen de las relaciones de poder que afincan jerarquías y reglas en un orden social. 
Nietzsche, pese a que en algunas de sus ideas refleja añejos prejuicios sobre la mujer, apuntó con acierto que en los humanos el sentimiento de dominación se desarrolló de manera sutil hasta convertirse en trampa: “Este sentimiento vino a ser su inclinación más violenta, los medios que fue descubriendo para satisfacerla forman casi la historia de la humanidad”. Y la verdad es que por mucho que se explique es arduo, por no decir imposible, comprender la babélica necesidad de controlar o dominar presente en los seres humanos, causa de calamidades y atroces amenazas. Sea suficiente imaginar las más de dos mil guerras que se han padecido en la historia que parte del año 1 y las montañas de cadáveres y escombros dejados por las dos guerras mundiales que marcaron el siglo XX. Esclavitud, exterminio de razas y pueblos, sojuzgamiento de mujeres, de naciones, de pueblos. Maelstrom en la psiquis profunda ávido de reducir y ajustar a capricho y a la fuerza todo aquello que transgrede o no encaja en una normalidad, parte importante de la cual ha sido modelada conforme a intereses materiales y deseos de dominación, a menudo enmascarados en doctrinas religiosas, seudociencia y estrategias de progreso.
Vale enfatizar, hay de verdad peligrosa locura en quienes se arrodillan a rezar poco antes de invadir un país. Hay por doquier peligrosa locura, sinsentidos encarnados en personas que se presumen modelos de racionalidad científica o política. Antes y ahora. Inquisición, nazismo, apartheid, exterminación de indígenas, esclavitud…  
Destrucción del planeta, de su atmósfera, de sus aguas, es locura. La rapacidad, la codicia sin límites, locuras por las que todos pagamos. Asesinatos y golpizas impulsadas por el sexismo y el racismo, es locura. Los “locos peligrosos” son quienes propician y encarnan esas aberraciones, tan alejadas del sentido común. 
La anterior es maligna locura. Diabólica locura. Tenebrosa.
Pero también existe la saludable locura. La inspiradora. La genial y luminosa. Aquella que es guardiana de la imaginación y la libertad.
Ángela Hernández, cuentista, novelista y ensayista dominicana. Premio Nacional de Literatura 2016
1. En los noventa, Friedrich Nietzsche acaparó mi atención por un tiempo. Unas cosas suyas me fascinaban, a otras las repelía. Había algo extraño y brillante en él. Un no sé qué genialmente sincero. Leí sus obras completas, incluyendo Mi hermana Elizabeth y yo, su última obra, escrita, supuestamente, en el manicomio de Jena. La autoría de este libro ha resultado muy controversial. Muchos afirman que es imposible que el autor de Así habla Zaratustra la hubiese escrito. Bueno, en ese tiempo, yo estuve convencida por entero de que Nietzsche jamás estuvo loco. Que fingió la locura para protegerse de una realidad que le resultaba del todo insoportable.
2. Tribunal Familiar la recluye, el 18 de octubre de 1915, en un convento, donde tendrá lugar su primer intento de suicidio.
3. Uno de los símbolos intelectuales enarbolados por el feminismo latinoamericano, sobre todo en los años ochenta y noventa.
4. Friedrich Nietzsche. Aurora.  Obras inmortales. España, 1985. Edicomunicación. S. A. P. 623.
5.  Ibídem.
6.  Ibídem.
7. F. Nietzsche, o. cit. p. 629.
8. Fernando Pessoa, Libro del desasosiego de Bernardo Soares. Traducción del portugués, organización, introducción y notas de Ángel Crespo. España, 1997. Ed. Seix Barrai. P.19.
Autora: Ángela Hernández, cuentista, novelista y ensayista dominicana. Premio Nacional de Literatura 2016.   Publicado en: https://plenamar.do/2019/11/extrema-lucidez-es-tambien-locura/


Cámara en mano, me gusta caminar por senderos y callejuelas que reservan silencios y lenguajes. Reflejan en sí múltiples relatos, historias de las que pueden cedernos un tanto si sabemos demorarnos en ellos, desprendernos de peso muerto. Oler. Acariciar con la mirada. https://plenamar.do/2019/06/imaginacion-compartida-junio-2019/



29 de diciembre 2018




ESTE ES MI SENTIR

Antes que nada, mi eterna gratitud a todas las personas que han abrigado con una ola de afecto a esta mortal nada perfecta. Sus expresiones de solidaridad han formado una verde montaña en la que descanso mi cabeza.
Somos dados a ignorar que cuando enjuiciamos quedaremos reflejados en la sentencia o el dictamen que emitimos. Si alguien observa nuestras palabras con suficiente cuidado atisbará en ellas los contornos de nuestro espíritu, reflejos de nuestra personalidad sumergida. “De la abundancia del corazón habla la boca”, dice la sentencia bíblica. Nos alague o nos disguste, estamos revelándonos todo el tiempo.
A quienes ejerciendo su derecho a la libre expresión y a la democracia del internet me han bombardeado en estos días, quiero contarles de una operación alquímica. El pasado domingo se me abrió una cuenta en el Banco de la Cordura Nacional. Por cada palabra maligna que alguien dirige a mí se me depositan diez mil pesos, por cada frase para empequeñecerme me depositan cien mil, por un mensaje vomitivo quinientos mil, por uno intimidante igual cantidad, por cada espectro de musarañas agazapadas en un párrafo un millón, por cada proyectil de odio diez millones. Con ese fondo erigiré una biblioteca pública en cada barrio de la capital y en cada municipio del país, que contendrá el súmmum de la literatura y del pensamiento. Debe quedar bien claro que sus puertas se mantendrán abiertas para todos ustedes.
Las pasiones son nuestro fuego. Seducen. Magnifican. Nos propulsan. Provocan placer, dilemas. Pueden impelernos a un extremo o al otro. Pero el fuego puede secar, quemar, reducir a ceniza algo de inmedible valor, quizás irrecuperable. Aprender a manejar el fuego fue un desafío para la naciente humanidad. Y lo logró. Y lo convirtió en un arte cotidiano. Pero no puede afirmarse lo mismo de otro tipo de fuego, ese que se acrecienta mientras consume a quien lo alberga en un caldo de ideas fijas.
El odio pare espejismos de solución a problemas que agranda. Ata la conciencia a sus dominios. La avidez de castigo que le es inherente eclipsa la facultad de comprensión. Sembrar odio es cebar y atizar sombras de por sí candentes. Arrastra hostilidades, discordias, confusión. Polariza. Aturde. Crispa. Desencadena demonios incontrolables.
Si en una sociedad el odio (un continente de sombra) se torna dominante y llega a tomar las riendas nadie saldrá ileso, nadie triunfante. La sombra exacerbada gozará su pantagruélico festín. Devorará vidas, acervo… Quienes las hayan alimentado, quienes las hayan tutelado, también sucumbirán en la vorágine. El siglo XX es penosamente rico en ejemplos. (Oportuno es recordar la obra El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde de R.L. Stevenson, ver la película La Ola del director Dennis Gansel).
Inherentes al ultraje a individuos o etnias o pueblos son las tretas para sustraerles humanidad a las víctimas.  En épocas pasadas se dudó del alma de las mujeres, indígenas, negros...  Para quienes se habían regalado el derecho a disponer de su vida era de crítica importancia decretar su animalidad, su carencia de alma. Esclavizarlos no ofendería a Dios. No habría culpa ni expiación ni menoscabo del rango social.  Soldados de EE. UU. que combatieron en Vietnam explican por qué llamaban Gook a los vietnamitas. Un Gook no era un humano. Matar a un Gook no implicaba cargo de conciencia. Estos son los atajos del odio. 
 “El diablo es la arrogancia del espíritu, la fe sin sonrisa, la verdad jamás tocada por la duda”, dice un personaje de Humberto Eco.

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Si nuestro corazón estuviese hecho de diamante sería bello, tanto que casi cegaría. Si nuestro corazón fuese de diamante duraría milenios. Pero, ¿quién se enternecería con su perfección?, ¿quién se conmovería con su eternidad? Los ruiseñores cantarían, pero no para nuestro deleite. El agua fluiría, pero no para acariciar los sueños.
Nuestro corazón podría haber estado recubierto de platino o de cromo o bien encapsulado en hueso, gracias a Dios su piel es más fina que la más fina de las sedas; sus tejidos los más delicados, los más íntimos. Haz de lazos comunicantes, simboliza la quintaesencia de lo que somos, el umbral del espíritu, “el horizonte de los sucesos” a escala humana.
La fiesta de la vida es sentir. Perder sensibilidad denota un glacial padecimiento.  
La empatía es la piedra angular de lo que somos. Si esa piedra se correo con ácido sulfúrico o se cuartea a martillazos, igual nos sucederá a nosotros. De la empatía emana la capacidad de participar en el otro, de ponerse en sus zapatos. Si me estás haciendo el honor de leer estas líneas, haz memoria. ¿Qué sentimiento te estremeció cuando te lastimaron o se propusieron destrozar tu autoestima, aislarte? ¿Qué experimentaste cuando alguien tuvo el valor de enfrentarse a quien te hacía daño? ¿Qué emoción afloró en ti cuando saliste en defensa de una persona que era agredida o acosada?
Nadie es solo luz. Nadie es solo sombra. Las culturas, los relatos de los pueblos patentizan también sus luces, sus sombras, sus penumbras, sus singularidades. A cada generación le corresponde decidir qué fortifica, qué cambia, qué funda, qué mantiene a raya, qué explora. Hasta donde conocemos, solo los humanos son capaces de crear símbolos, lenguaje, pero su cualidad estelar estriba en cultivar los sentimientos, desarrollarlos. Meditar sus emociones. Sentir sus pensamientos.
Así como podemos criar y nutrir afectos, también somos capaces de impregnar de combustible hasta la lógica más primordial de la vida. Eso empavorece

3
La bandera no es un látigo, sino el emblema de la dignidad, la valentía, la esperanza.  Une. Invita a confraternizar con todos los pueblos del mundo. Está hecha de un lienzo para que ondee. Imposible concebirla de concreto.
Para concluir estos sencillos pensamientos, nada me parece más oportuno que la siguiente estrofa de “La gloria del progreso” (1874) de Salomé Ureña:
¡Oh, dichosas mil veces las naciones
cuyos nobles campeones,
deponiendo la espada vengadora
de la civil contienda asoladora,
anhelan de la paz en dulce calma
conquistar del saber la insigne palma!
Esa del genio inmarcesible gloria
es el laurel más santo,
es la sola victoria
que sin dolor registrará la historia
porque escrita no está con sangre y llanto.










DURA EXPERIENCIA
23 de diciembre 2018
"A ti hay que fusilarte", me acaban de gritar una y otra vez. "Traidora", me repetían". "Fusilarte". "Tú no eres dominicana". "Traidora". "Hay que fusilarte". Aún tiemblo. Y no sé si es indignación o rabia, porque miedo no es. Un rato antes, escuchaba a los ruiseñores con los ojos cerrados y el corazón abierto a tanta belleza, a tanto esplendor de este domingo vísperas del nacimiento de Jesús. Caminando, respondía el "buenos días" de otros caminantes. A veces, el saludo es un intercambio de miradas. Una sonrisa. Por entre los árboles contemplé el mar, en donde aún me parecía que el sol seguía durmiendo porque las aguas se habían transformado en un pulido manto de plata.
Retornando de mi caminata, observé grupos de policías y a sus vehículos, incluyendo una cárcel con ruedas (muchos ya estaban allí cuando llegué). Vi la bandera dominicana. A un desfile de gente vistiendo chalecos amarillos. ¿Celebraban la Navidad? ¿Alguna fiesta? Me acerqué. Al escuchar sus consignas rebosantes de un odio irracional, confieso que no logré contenerme. Les grité: ¡fascitas! ¡anticristianos! ¡alumnos de Hitler! Me fotografiaron, me grabaron, yo seguí. Y cuando uno se me aproximó diciéndome: "A ti hay que fusilarte!, abrí los brazos y le grité: Ven, fusílame. Se me aproximaron muchos, hombres y una mujer, gritándome: "Traidora", "A ti hay que fusilarte", etc. 

Tal vez solo debí contemplarlos. Tenerles pena por su ideología emponzoñada, pero sentí que dentro de mí estallaban las palabras. Estaba sola frente a ellos y a los silenciosos agentes de la PN. Sin embargo, solo sentía coraje. Nada de temor. Si el siglo XX no nos enseñó suficiente sobre el odio, si el horror de las "limpiezas étnicas" no nos enseña nada, entonces tendría que creer que la violencia de la estupidez será la peste, el monstruo que destruirá a la vida humana tal como la conocemos. Y me niego mil veces a creer eso. Cada día descubro un millón de razones para vivir. Mi fe me la inspira el primer y más trascendente de los mandamientos: Ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. La canción nueva que circula por nuestro mundo desde el nacimiento de Jesús es la canción del amor. Y es con el amor como espíritu, energía y emblema que debemos buscar soluciones a todos los conflictos.


Flowers of You


Surprise me, oh, my lover,

With flowers of air
With flowers magnetic
With flowers Antarctic
With flowers capable of flight
With flowers incandescent
With flowers from The Arabian Nights
With flowers that leap from the tip of your tongue

With flowers for the palate
With flowers meant to provoke
With flowers replenished by the memory
With flowers from the drawings of a refugee girl
With flowers that mimic the song of the nightingale
With flowers of the kind meant to nourish the future
With flowers that escaped from the lawless garden
With flowers blooming in the mouths of weapons

With flowers that are a spring of glow-worms
With flowers that weep from the iron that bewitches the cows
With flowers that cover the tracks of wild horses
With flowers whose fragrance paralyzes the assassins of the earth
With flowers from the misty shelter where your sex dozes
With flowers shaped by the nerve endings
With flowers that endure in the molten glacier
With flowers of salt in your groin and armpits
With flowers that enjoy the trust of worker bees
With flowers that are entranced butterflies
With flowers trembling with desire
With flowers dilated in the eye
With flowers grown on canvas
With flowers that turn tricks
With flowers Caribbean
With flowers of you



Flores de tí, Angela Hernández Nuñez (del libro Acústica del límite).
(Traducción: Rhina P. Espaillat)



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