¿QUÉ ES POESÍA? "Todo resuena, apenas se rompe el equilibrio de las cosas".
“El
arte suministra la purificación del espíritu de servidumbre”.
Hegel
“La poesía lleva en sí
la perfecta compensación de las miserias que padecemos”.
André Breton.
¿QUÉ
ES POESÍA?
“La poesía no es menos misteriosa que los
otros elementos del orbe. Tal o cual verso afortunado no puede envanecernos,
porque es el don del azar o el espíritu; sólo los errores son nuestros (...).
En este mundo la belleza es común”[1]. Estas son las palabras
del poeta argentino Jorge Luis Borges en la introducción a su libro Elogio de la Sombra (1969).
Octavio Paz, el
admirado poeta de nuestros tiempos, declaró unos años antes de morir que la
poesía es memoria creadora. Llegada
después de más de seis décadas de intimidad con ella. Pero, ¿qué significa esto
de memoria creadora? Puede ser
entendido como “historia”, con la peculiaridad de que es historia viva,
inacabada, a la que el ejecutante le ha tributado la pulsación de su ser, sello de la unidad y de la simbólica ruptura
de las cronologías aprisionantes.
Memoria creadora, declara el pensador poeta, como si estuviera legándonos
un objeto hechizado en desplazamiento. La persona no tiene por que ser esclava
de la historia, del pasado, ni del porvenir, tampoco tiene que resignarse a la
cultura. O por lo menos, puede, dice el poeta, mostrar su inquietud, el hambre
constante de su mirada.
Pero en la medida en
que más se reflexiona, la revelación de Octavio Paz se va aproximando a
metafórico augurio. De modo que la poesía concluye definiéndose a través de sí
misma, en el rostro del artista que se ha ofrecido a ser espejo de las
profundidades y las cristalizaciones.
Entonces la artista y el poeta se escalofrían al percibirse punta de
lanza (¿de qué lanza?), trampolín (¿de qué, de quiénes?) o capullo (¿para cuál
metamorfosis?).
“La conciencia de las palabras lleva a la conciencia de uno
mismo: a conocerse, a reconocerse”, manifiesta Octavio Paz. “La Tentativa
poética se convierte en tentativa de participación”, agrega. Y en un
hermoso párrafo, a propósito de Andrés Bretón, expresa:
“Poesía
y amor son actos semejantes. La experiencia poética y la amorosa nos abren las
puertas de un instante eléctrico. Allí el tiempo no es sucesión; ayer, hoy y
mañana dejan de tener significado: sólo hay un siempre que es también un aquí y
un ahora. Caen los muros de la prisión mental; espacio y tiempo se abrazan, se
entretejen y despliegan a nuestros pies una alfombra viviente, una vegetación
que nos cubre con sus mil manos de hierba, que nos desnuda con sus mil ojos de
agua. El poema, como el amor, es un acto en el que nacer y morir, esos dos
extremos contradictorios que nos desgarran y hacen de tal modo precaria la
condición humana, pactan y se funden. Amor es morir, han dicho nuestros
místicos, también es nacer.”[2]
Si la experiencia de
amar y la experiencia poética son de naturaleza semejante, los pasos del amor y los de la poesía se
hallan, por igual, en despliegue y repliegue incesantes. De ahí la delicadeza y el vértigo, de ahí las
estaciones y la contingencia.
Pero cedamos el
espacio a la expresión de otros poetas y veremos que el abanico de percepciones
sobre el tema podría ser infinito, no sólo en matices.
CONOCERLA
EXPERIMENTÁNDOLA
Paul Valéry se
interesó por los intentos de descifrar la poesía desde lo externo a ella, que
tan exiguos resultados producen.
“En cuanto a aquellos que no sienten muy
interesante ni la presencia ni la ausencia de la Poesía sin duda es ésta
para ellos sólo una cosa abstracta y misteriosamente admitida: cosa tan vana
como se quiera, aunque una tradición que es conveniente respetar conceda a esa
entidad uno de esos valores indeterminados que flotan en el espíritu público.
La consideración concedida a un título de nobleza en una nación democrática
puede servir de ejemplo”. Y más adelante:
“Admito que la esencia de la poesía sea, según las diversas naturalezas de los
espíritus, o de valor nulo o de importancia infinita: lo que la asimila a
Dios”.
En torno a las pretensiones de interpretarla a partir de la frecuencia
de determinados vocablos empleados por el poeta, la musicalidad o bien
amparándose en anécdotas de la vida de quien la escribe, Valery sentencia: “Bien podemos contar los pasos de la diosa,
anotar la frecuencia y la longitud medias, no por ello descubriremos el secreto
de su gracia instantánea (...) Ahora bien; todo reside ahí. La única prenda del
saber real es el poder: poder hacer o poder predecir. Todo el resto es
literatura” [3].
Con lo cual remata
su opinión con un enigma: la poesía es distinta a la literatura. Es en sí, y
encierra en su sustancia sus propios
códigos de conocimiento.
RELEVOS
CON LA TEA DEL
ASOMBRO
¿Empieza la poesía
en el lugar en que se agotan la ciencia y la filosofía, tomando de éstas y trascendiéndolas,
tomando asimismo de la literatura y trascendiéndola; tocando, como instrumento
orientador, estas comarcas del saber, y
de algún modo, conteniéndolas? ¿Cuál es
la relación entre poesía y fe?
Los libros sagrados
y los que se presumen revelados están
repletos de poesía. ¿Podríamos afirmar que hay poesía allí donde los seres
humanos proyectan su rastro de inmortalidad? ¿Zona privilegiada de lo sensible?
¿Podría decirse que todos los lenguajes en sus albores han sido eminentemente
poéticos? ¿Lo siguen siendo?
Cuando en algún
remoto lugar una mujer o un hombre, balbuceó
“aquam”, “agua”, “water”, eau...
¿nombraba la desmesura del océano? ¿ el sonido de la lluvia? ¿nombraba el
flujo, la cristalinidad o la materia del río? ¿O acaso, y simplemente, nombraba
su sed? Tal vez aquellos que exclamaron eau descubrían el fabuloso océano,
quienes pronunciaron agua por primera
vez, se hallaban resguardados, observando los hilos constantes de la
llovizna entre la luz solar (¿acababan de amarse?); quienes exclamaron water estaban febriles. Así, los nombres
actuales que se traducen como equivalentes (aquam, agua, eua, water...)
designaban la sed, la vastedad, el fluir perenne, la luz silenciosa que lava el
espíritu en el pasmo reconciliador.
Cada palabra
sustantiva de un lenguaje tiene por raíz el asombro. Y cada elaboración
maravillosa (mitos, canciones, leyendas) revela el baño de la conciencia en la
abundancia que surte, merodea y acompaña. Las palabras nominan al miedo y sus
demonios. Las palabras titulan al ángel custodio en cuyas manos florece el
fuego y la cascada boreal; ubicuo, fuera como dentro, se desvanece en los
vientos y metales, y se multiplica en lluvia; al ángel huevo, ninfa, dragón,
tigre y tortuga. Andrógino de la eterna gestación. Imagen del desdoblamiento y
la reversibilidad. Las palabras reservan el rubí caliente que se dispara al
pecho amante.
“El lenguaje es una creación estética ”,
reflexiona J.L. Borges y agrega más adelante: “ Ya el hecho de que haya una palabra para silencio es una creación
estética”. Y luego afirma: “Creo que
la poesía es algo que se siente, y si ustedes no sienten la poesía, si no
tienen sentimiento de belleza, si un relato no los lleva al deseo de saber qué
ocurrió después, el autor no ha escrito para ustedes” [4].
ALGO
RESUENA...
El oriente, master
de sutilezas, acuña tentadoras interpretaciones. Refiriéndose a la poesía y
pintura chinas, explica Pierre Ryckmans: “El
poeta, el pintor, están asociados a la creación cósmica. La creación artística
es una participación en el dinamismo del universo” [5].
Este autor cita a
A.D. Hope, crítico literario profesional, para ejemplificar las coincidencias
que en cuanto a definiciones sobre poesía pueden darse en occidente y oriente.
A mi parecer, se trata de una certera conjunción. Veamos lo que expresa Hope: “En realidad, no conozco ninguna definición
de la naturaleza y de la función de la poesía que me satisfaga más que la idea
de poesía como celebración del mundo, por la creación de algo que se añade al
orden del mundo, y lo completa”.
Poesía remite, en el
concepto chino, a comunión con el universo (y éste comprende las realidades a
las que accedemos y aquellas desconocidas), jugando el Qi (soplo, energía) un
papel primordial. “De este papel
privilegiado que se otorga a la expresión qi, resultan importantes
consecuencias. Si el artista consigue transmitir el qi, poco importa que el
pretexto formal sea nuevo o copiado. Incluso, se concibe la posibilidad de que
una imitación pueda sobrepasar el modelo, en la medida en que la copia consiga
manifestar mejor el influjo qi”, dice más adelante Pierre Ryckmans. “El objetivo supremo del artista consiste en
captar esa energía del macrocosmo e inyectarla a su obra”, agrega.
Esta efectiva
delicadeza para captar la correspondencia entre las cosas (y exceder la
dualidad) podemos hallarla en el siguiente poema de Han Yu (766-824), traducido y titulado por
Octavio Paz.
Misión de la literatura.
Todo resuena, apenas se rompe el
equilibrio
de las cosas. Los árboles y las
yerbas
son silenciosas; el viento las agita y
resuenan.
El agua está callada: el aire la
mueve,
y resuena; las olas mugen; algo las
oprime;
la cascada se precipita: le falta suelo;
el
lago hierve: algo lo calienta. Son mudos los
metales
y las piedras, pero si algo golpea,
resuenan
(...)
Lo mismo sucede entre los hombres; el
más
perfecto de los sonidos humanos es la
palabra;
la literatura, a su vez, es la forma
más
perfecta de la palabra. Y así, cuando
el
equilibrio se rompe, el cielo escoge entre
los
hombres a aquellos que son más sensibles, y
los
hace resonar [6].
EL
PAJARO SE HA CONFUNDIDO CON EL VIENTO
¿Pertenece la poesía al dominio de la acción o al de la contemplación?
“La poesía debe ser hecha por
todos”, exclamó Lautreámont. Bueno, tal vez la poesía es hecha por todos.
Un amigo, un poco sorprendido, me
contaba que una campesina de Monte Cristi, relatando un suceso, había usado de
modo natural la siguiente expresión: “La
noche estaba como un dulce viejo”.
Él le preguntó qué quería decir. Ella, manteniendo la espontaneidad,
respondió: “La noche estaba tan oscura
que no se podía cortar ni con cuchillo, como se ponen los dulces añejos”.
El quehacer poético no resiste constreñimiento, ni formales, ni de
grupos, siempre terminará saltándolos.
El lugar de la poesía como
cosecha y goce exclusivo de elites, ha generado movimientos de impugnación que,
por encima de cánones y corrientes estéticas que gozar de aprobación general,
proponen la actitud vital, la intención rebelde. En posturas y obras subyacen o
se expresa abiertamente, cuestiones éticas y políticas, que aluden tanto al
“arte de vivir” como a los poderes sociales, a la interacción del individuo y
la colectividad.
El romanticismo, como movimiento cultural antiburgués y sensibilizador,
agudizaba la conciencia demiúrgica del individuo y subvertía actitudes,
propiciando acciones -heroicas o suicidas-, individuales o masivas, durante una
prolongada época.
La lucha
independentista y la formación de las naciones de este continente la pensamos
con relación al espíritu de época que generó el romanticismo. Tiempo en el que
los individuos estaban dispuestos a arder en su propio fuego, de ser necesario,
para palpar su consistencia de personas o naciones. Bolívar, Martí y Duarte
fueron románticos. Juventud era vigor de sentimientos y coraje arrebatador. La
poesía, entonces, afilaba, consumía.
Otro ejemplo, de gran influencia incluso en nuestros días, fue el
movimiento surrealista. Sobre los surrealistas, ha escrito Aldo Pellegrini: “Más que artistas, hacían el papel de
agitadores, y en ello parecía mezclarse lo político y lo filosófico con lo
poético, al mismo tiempo que un curioso espíritu de investigación se unía un
afán por la aventura y el escándalo” (...). La poesía para los surrealistas es
el verbo en su calidad de sonda lanzada hacia la profundidad del hombre... es
el lenguaje de lo inexpresado” [7].
La divina irreverencia de estos poetas, lujuriosamente ácidos y
exigentes, jugando a menudo en las fronteras de lo repulsivo al encarar los pareceres que amansan la imaginación,
puede advertirse en estos versos:
“Amo
aunque la vida sea mortalmente intolerable
“Quizá
ya no haya tiempo, ya no haya tiempo para verme,
Pero
la hoja que cae y la rueda que gira te dirán que nada
perdura en la tierra,
Salvo
el amor,
“Lo
que ha sido comprendido ya no existe,
El
pájaro se ha confundido con el viento,
El
cielo con su verdad,
“Dios
vive en una caja fuerte
Común fue entre los surrealistas la
actividad política, militancias y rupturas. Muchos de ellos comprometieron su
vida con la lucha antifascista en Europa.
La sensación de
guerra contra el anquilosamiento y la moral burguesa atravesaría toda la obra
surrealista, matizada por un desesperado
intento de trascender hacia las profundidades y liberar el espíritu humano de
las mallas de hierro.
Los surrealistas se
perciben como pasajeros en un tiempo anegado. Su misión es redimir. Para
cumplirla deben patalear e imponerse. Escudriñar verdad y belleza. Esgrimen la
poesía y la persiguen por todos los medios: oníricos, alquímicos, mediúmicos,
el humor, la provocación...
“Cada
minuto de plenitud lleva en sí mismo la negación de siglos de historia cojeante
y descantillada. Aquellos a quienes incumbe hacer girar los ocho resplandores
sobre nosotros, tan sólo lo conseguirán con savia pura”, apuntó Bretón [12].
Es común nuestra
tendencia a figurar antagonismo entre
acción y contemplación, entre política y arte. De darse, debería ser
como procedimiento del espíritu y de la ética personal del o de la poeta. La
poesía concebida como palanca para producir cambios ha dado lugar tanto a
engañosas situaciones como a estupendo rendimiento. La poesía concebida como
actividad contemplativa, ha producido unas veces fofas composiciones y otras
memorables poemas. El ingrediente que equilibra y fecunda es la libertad, la
sensibilidad que asume su derecho a la continua apertura, la vivencia de
libertad. El dogma estricto (religioso, político e incluso científico, porque
también los hay) ahoga o, en el peor de los casos tiende a yugular.
“Realismo socialista” y “arte por arte”, podrían ser consignas
paradójicamente cercanas. De los efectos
de achatamiento de la creación producida por la primera hemos escuchado mucho.
Sobre la segunda afirma lúcidamente Georges Bataille: “El arte por el arte respondió a la nostalgia de la situación feudal, en
donde aquellos mismos a quienes los artistas servían, y de quienes dependían
enteramente, estaban al servicio de la soberanía institucional. Se trataba
siempre de un arte ornamental, pero esta vez para uso de diletantes apartados
de la sociedad (...). La fórmula sólo habría tenido pleno sentido si el arte
hubiera asumido directamente la herencia de la soberanía, de todo lo que antaño
fue auténticamente soberano tanto en la figura universal de Dios como en las
figuras de los dioses y de los reyes” [13].
La o el poeta tienen por demanda interior defender la expresión
soberana, que en sí misma y en sus resonancias conlleva suficiente justificación.
Y exponer su sensibilidad a la sensibilidad de todo el mundo. Designar lo
invisible para compartir lo invisible. Nombrar el vacío y el dolor para
domesticarlos. Extraer un poder de esta acción y compartirlo. Podremos vislumbrar en un poema
al ser místico, a la persona militante, al nihilista, al antisocial o a la
humanidad filántropa. Pero no será esa condición lo que nos estremezca, sino la
desnudez e imperiosa solicitud de amor presentes en las personas (humanidad),
no obstante cuanto progrese y cuanto logre manipular en su mundo.
César Vallejo escribió:
Tengo
que vibrar al unísono, me doy cuenta
pero
no sé con qué
(...)
Siento
estar tensando una cuerda que no existe
He
sido literalmente triturado por la vida
y,
sin embargo, mirad mi perfil contra la luna, parece intocado
y
mi alma, Oh, si vierais mi alma, es un diamante negro de mil caras
un
diamante tallado por un amor sin límites.
Y Rainer María Rilke, en las Elegías de
Duino[14]:
¿Quién
si yo gritase, me oiría desde los coros
de
los ángeles? y si uno de repente me tomara
sobre
su corazón: me fundiría ante su más potente
existir.
Pues lo bello no es más que el comienzo
de
lo terrible, que todavía soportamos
y
admiramos tanto, porque, sereno, desdeña
destrozarnos.
Todo Angel es terrible, (...)
El rostro de Rilke y el de Vallejo, en estos versos, es la faz de un
poeta de cualquier sitio, mujer u hombre.
El nexo entre poesía
y lenguaje, entre pensar y poetizar, es único. La poesía está hecha de
lenguaje, pero no es el lenguaje. Una obra de arte está elaborada con pintura,
pero no es de ningún modo la materia de la que se ha valido su creador. Desde
luego, la analogía entre poesía-lenguaje, pintura-arte no es válida por
completo. El lenguaje es cultura viviente y tradición. No puede decirse lo
mismo de los materiales utilizados en las artes plásticas, por nó lo menos no
en el mismo sentido.
El retrato de un
paisaje no es el paisaje. Este puede ser emblematizado en un film, una
composición expresionista, una descomposición cubista, puede ser tomado bajo un
halo nocturno o en un centelleante mediodía. La pregunta sobre la relación
entre el paisaje, el ojo que lo contempla y el modo de captarlo debe ser muy antigua.
Hoy se afirma, incluso en física, que el observador modifica lo
observado. La conexión es cuántica, paradójica; para nuestros fines, digamos
que la relación posee ciertos misterios, que pueden experimentarse con el
corazón en vilo y el pensamiento en actividad, o cuando cesan todos los
sonidos.
“La poeticidad pertenece al texto y la poesía al
mundo y a sus diversas figuras”
aventuran Ximena Loddy y Louis Dalla, en el prólogo a una antología de poesía
francesa. Y continúan: “El poema no cesa
jamás de nombrar lo que encuentra en su búsqueda de tal modo que ello es
difícilmente legible por el estado de agitación perpetua con que se encuentra
ante nuestros ojos”, Conjeturan que
“quizás hablando incansablemente de la poesía se logre hacerla caer en la
trampa por breves y raros instantes, los cuales se notan enseguida por la
capacidad de suspendernos”. Y en este ejercicio siguen discurriendo para
ofrecernos algunos destellos: “Un oscuro
presentimiento toma forma en la génesis del poema en el primer verso”, “Los
canales de emisión son variados y piden, además de una memoria, una periferia”,
“Solo el poema nos coloca en posición de extrañeza frente a las palabras”.[15]
“¿Cómo
hacer que la poesía en el momento de construcción de su lenguaje no se pierda?
Sin dejar de hablar de ella en todo momento y en toda ocasión bajo el proteismo
de las formas. Siempre hablando de la misma cosa. Esto da a la poesía su propio
peligro: el perder la palabra por exceso de atención en la palabra”,
concluyen.
Dos cuestiones
importantes apuntan estos autores “El
poeta piensa el presente a través de su poema, para éste constituye su
pensamiento natural”, y, “Muchos
tienen razón de no fiarse de la poesía, pues ella posee un verdadero poder, el
de no pertenecer a nadie y obrar así con astucia ante los gigantes de este
mundo: los planificadores”[16]
Para el poeta cubano
Lezama Lima la poesía es un en sí que va mucho más allá de su finalidad. “Lo imposible al actuar sobre lo posible
engendra un posible en la infinidad. Ya la imagen ha creado una causalidad”,
dice, coligiendo: “Ahora ya sabemos que
la única certeza se engendra en lo que nos rebasa”.[17]
“Existe
una función creadora en el hombre, trascendental-orgánica, como existe en el
organismo la función que crea la sangre. la poiética y la hetopoiética tienen
idéntica finalidad. Instante en que lo orgánico se transforma en transpirante,
es decir, en que aparece el espacio asimilado, pues la respiración es el
espacio asimilado que se devuelve”, expone, revelando una visión más nítida
aún en el siguiente párrafo:
“Cuando
me acercaba a mi madurez, vi como lo cuantitativo, lecturas diversas,
experiencias, esperas y apresuramientos, se iba trocando en cualitativo. Es el
momento, según Descartes, en que la ceniza se convierte en cristal”.[18]
Es el poeta, a su
juicio, quien crea la nueva causalidad de la resurrección. Con Bourdelaire,
consiente en que la poesía es el único
milagro para el que se nos ha dado permiso.
“Perplejo,
absorto, el poeta ha sido condenado a escribir poesía y a recibir la rebelión
de la palabra ante la escritura que la busca sin fijarla. Pero este combate,
quizás el que más haya justificado la existencia del hombre, siempre recomienza
como una estación desconocida, pero imprescindible en su función de precisar la
caída de las nubes en el río que las impulsa de nuevo”.[19]
En lugar de una
reflexión para hallar un cauce explicativo, Fernando Pessoa se permitió ser un
conjunto de afluentes. No procuró una
solución tipo esto o aquello, sino que se dijo esto y también aquello. Sospecha
de las virtudes de la coherencia, respondiendo de manera genial a las paradojas
de la realidad y a su desplazamiento.
Los geniales
homónimos forman incluso un movimiento, el Sensacionismo. Se dan todas las
libertades. Y ninguno deja de ser estupendo poeta que cultiva su propia eficacia.
Alvaro de Campos afirma: “La poesía es aquella forma de la prosa en la
que el ritmo es artificial. (...) Pero
se pregunta: ¿Por qué ha de haber un ritmo artificial? Se responde: porque la
emoción intensa no cabe en la palabra: y no se puede gritar hablando, se tiene
que bajar al grito o subir al canto. Y como decir es hablar, cantar hablando es
poner la música en el habla, pónese la música en el habla disponiendo las
palabras de modo que contengan una música que no esté en ellas, que sea, pues artificial
en relación a ellas. Esto es la poesía: cantar sin música”[20].
A lo que responde Ricardo Reis: “Yo,
sin embargo, antes diría que la poesía es una música que se hace con ideas, y
por lo mismo con palabras.(...). Cuanto más fría la poesía, más verdadera. La
emoción no debe entrar en la poesía como elemento dispositivo del ritmo, que es
la supervivencia lejana de la música en el verso. Y ese ritmo, cuando es
perfecto, debe antes surgir de la idea que de la palabra. Una idea
perfectamente concebida es rítmica en sí misma: las palabras en que
perfectamente se diga no tienen poder para empequeñecerla. Pueden ser duras y
frías: no influye –son las únicas y por eso las mejores. Y, siendo las mejores,
son las más bellas”[21].
Ya antes, Ricardo Reis, había anotado: “Porque la poesía no es un producto exclusivamente intelectual. Se basa
en el sentimiento, aunque se exprese mediante la inteligencia. La inteligencia
deber servirle sólo para interpretar el sentimiento”[22].
Fernando Pessoa se encarga de atravesar con un eje a sus homónimos. “La única realidad de la vida es la
sensación. La única realidad del arte es la conciencia de la sensación”[23], afirma en la Carta a un editor inglés, en
que detalla la naturaleza del “Sensacionismo”, descendiente, a su decir, del “simbolismo” francés, el panteísmo
trascendentalista portugués y “ el enredo de cosas sin sentido y
contradictorias de que el futurismo, el cubismo y otras
semejantes son expresiones ocasionales, aunque, para ser exactos, descendamos
más de su espíritu que de su letra”.[24]
¿TIENE LA POESIA UNA FUNCION
PRACTICA? ¿DEBERIA TENERLA?
Las observaciones que formula Antonio Campillo sobre Bataille, son
pertinentes para la discusión sobre la poesía en nuestra época. “Bataille cree que el arte y la literatura
son, en la sociedad moderna, los medios a través de los cuales la
subjetividad sagrada o soberana puede manifestarse, comunicarse, haciendo
posible una forma de comunidad que no es la del contrato sino la del amor, que
no está basada en el interés propio sino en el deseo del otro. Para Bataille,
soberanía y comunicación amorosa son una misma cosa, puesto que ambas
significan que el ser se pone a sí mismo en juego y se abre incondicionalmente
al otro” [25].
Pienso que si una época urge de poesía es esta que vivimos. La poesía
ayuda a restaurar el balance mental y espiritual que la celeridad y el
pragmatismo desordenan. Ni siquiera el cerebro humano está preparado para
responder a esta encrucijada de tecnología, individualismo a ultranza y
enajenación mercantil. De ahí la irritabilidad creciente. La minuciosa agresión
de la publicidad. El trastocar medios y
contenidos para sobrevaluar los ordenadores, propiciando la fantasía de
que pueden reemplazar la actividad del pensamiento. De repente, podemos
comunicarnos con todo el mundo y tenemos poco que decir, o las informaciones
nos abruman. ¿Dónde queda la identidad propia cuando entramos en cotidiana
interacción con culturas poderosas que se autoperciben omnipotentes?
¿Terminaremos siendo una caricatura de los que dominan el lenguaje de la alta tecnología?
Una lengua responde
a una identidad en el mapa riquísimo de la cultura planetaria. ¿Hacia dónde va
la nuestra cuando nos detenemos en una plaza comercial en la que nombres y
descripciones están predominantemente en otro idioma, y los jóvenes que por
allí caminan a veces ignoran cómo llamar a un determinado objeto en lengua
propia, o alardean en otro idioma, como si ello fuese muestra de superioridad?
¿En qué lugar se sitúa el pensamiento meditativo cuando el valor del
pensamiento calculador se magnifica? ¿Llegaremos a un punto en que se extingan
las humanidades porque a las academias ya no les resulten rentables, ni
atrayentes a los estudiantes? ¿Cuál sería el impacto del predominio radical de
una civilización de lo funcional y verificable sobre el comportamiento humano?
¿Sería, a la larga, una cultura sin fe, sofocada por sus logros acumulativos y,
probablemente, autodestructiva?
¿Para qué sirve el pensar si no se cultiva el sentir? La emoción, la
belleza, la compasión y la participación es lo que confiere dignidad a nuestras
existencias y proyectos.
El neofascismo, las guerras de higienización
genética, los fundamentalismos de todo tipo, la mentalidad bélica, la
mentalidad imperialista, son una terrible advertencia. La tecnología sin
sabiduría, la fe sin sabiduría, la ciencia sin sabiduría, sin buen arte del
vivir (ética), sin poesía, producen carreras frenéticas, ansiedades homicidas,
fúnebres certezas.
A finales de la década del cuarenta, el poeta español Pedro Salinas,
escribía: “Conozco la gran paradoja: que
en los cubículos de los laboratorios, celebrados templos del progreso, se
elabora del modo más racional la técnica del más definitivo regreso del ser
humano: la vuelta del ser al no ser. Sobre mi alma llevo, de todo esto, la
parte que me toca...”[26].
“Quién es el ignorante que mantiene que la poesía no es indispensable a
los pueblos? Hay gentes de tan corta vista mental, que creen que toda la fruta
acaba en la cáscara. La poesía que congrega o disgrega, que fortifica o
angustia, que apuntala o derriba las almas, que da o quita a los hombres la fe
y el aliento, es más necesaria a los pueblos que la industria misma, pues ésta
les proporciona el modo de subsistir, mientras que aquélla les da el deseo y la
fuerza de la vida. ¿Adónde irá un pueblo de hombres que hayan perdido el hábito
de pensar con fe en la significación y alcance de sus actos?” [27], expresaba José Martí a
finales del siglo pasado.
LIBERTAD Y POESÍA
Hemos ganado
libertad de mover las ideas por todo el orbe, de comunicarnos. Somos, al propio
tiempo, tributarios y consumidores de tecnologías que deterioran el planeta;
dependientes de los aparatos, consumidores y productores de pesadillas y
mercancía de consolación de todo tipo. “Dios
ha muerto”, han proclamado los pensadores occidentales, y nos aferramos a
cuántas imágenes o ideas de Dios podamos componer.
Hay una nueva
espiritualidad emergiendo, más auténtica y lúdica quizás. Hay, a la vez, una
mercadotecnia de la fe; una voraz demanda de fetiches. Hay en ella indiferencia
hacia la poesía y el facilismo depredador de la pantalla. Hay una pasión por
reivindicar, amar, comunicar y celebrar la poesía, el arte, la música... Es una
época indescriptible, de transición dicen algunos. Epoca hinchada. Se necesita
una lámpara o la humilde lumbre de una cerilla para no ser simple partícula del
arrastre.
A mí me gusta esta
época. Creo que vista en el paisaje de varios milenios, resulta provocadora.
Creo también que necesitamos, con apremio, esa plasticidad que a la intuición
confiere la poesía. Necesitamos forjar un balance. Es posible prever el
surgimiento de un gran movimiento cultural y estético. Quizás de tanta
repercusión y fuerza como el romanticismo o el surrealismo. Por primera vez, el
movimiento no será de una ola gigante, sino de infinitas y sucesivas olas.
La poesía, en su más
puro significado, estará en el centro de este nuevo movimiento, balanceando.
Para las gentes que
habitamos esta mitad de isla, con una cultura de raíces en oposición, poesía
debería ser sal de la enseñanza, núcleo de las canciones populares, fuerza
sensibilizadora a través de la que saborearíamos nuestra historia. Canal para
reconocernos y afirmarnos en nuestra identidad lingüística y cultural. Vaso,
esta identidad nuestra (diversa en sí), con el que participamos en el brindis
comunicante de todas las culturas. Ojalá que en escuelas, iglesias,
universidades, y aún en las familias, la juventud y la niñez sintieran la
fabulosa efervescencia que comprime al corazón, disponiéndolo para la ósmosis,
para la comunicación irradiante, para la vivencia en apertura.
Quiero concluir con unos versos del poema Libertad de Paul
Eluard, escrito en 1942, en plena ocupación nazi, los que le valieron persecución
de la Gestapo.
Y por el poder de una palabra
Reinicio mi vida
Nací para conocerte
Para nombrarte
Libertad
Reinicio mi vida
Nací para conocerte
Para nombrarte
Libertad
Ángela Hernández Núñez
Feria del libro 1999
Escrito para el panel "Vigencia de la poesía".
[1] Jorge Luis Borges, Obras Completas, segundo tomo (1952-1972) . Emecé Editores. Buenos Aires,
1990. Página 354.
[2] Octavio Paz, Las Peras del Olmo, páginas 63 y 130.
Obras Maestras del Siglo XX. Origen Seix Barral, 1984. Barcelona.
[3] “A propósito de poesía”. Paul
Valéry. Obras Escogidas. Tomo II. Presentación y selección de Salvador
Elizondo. Secretaría de Educación Pública. México, 1982. Pags. 11-13.
[4] Jorge Luis Borges. Siete
Noches, páginas 256-257. Obras Completas, Tomo III. Emecé Editores. Buenos
Aires, 1989.
[5] Pierre Ryckmans. Poesía y Pintura. Aspectos de la estética china
clásica. Traducción del francés de Anne- Hélene
[6] Fragmento. Revista El Paseante. Número citado, pag. 145.
[7] Aldo Pellegrini. Antología poetas surrealistas. Argentina, 1961.
Pags. 13 y 15 respectivamente.
[8] Aldo Pellegrini. Obra citada, pag. 47.
[9] Aldo Pellegrini. Obra
citada, pag. 129.
[10] Aldo Pellegrini. Obra
citada, pag. 144.
[11] Aldo Pellegrini. Obra citada, pag.309).
[12] Prolegómenos a un tercer
manifiesto. Obra citada, pag. 317.
[13] Georges Bataille, “Lo que
entiendo por soberanía”. Paidós I.C.E./ U.A. B. Barcelona, 1996. Pag. 122.
[14] Traducción de José María Valverde.
[15] Ximena Lodoy y Louis Dalla Fior, Antología de la Poesía
Francesa Actual, ( 1960-1976), -editorial Nacional, Madrid,
1979, pag. 9
[16] Ximena Lodoy y Louis Dalla, obra citada, pag. 10.
[17] Jose Lezama Lima. Lectura, charlas en la Universidad de La Habana , 1959.
[18] José Lezama Lima, ponencia en el Congreso Cultural de La Habana , enero 1968
[19] José Lezama Lima, Poesía Completa. La Habana , Instituto Cubano
del Libro.
[20] Fernando Pessoa. El Regreso de los dioses. Seix Barral Biblioteca
Breve. Segunda Edición, mayo 1988. España. Pag. 161
[21] Fernando Pessoa, obra citada, página 162.
[22] Fernando Pessoa, obra citada, página 158.
[23] Fernando Pessoa, obra citada, página 268.
[24] Fernando Pessoa, obra citada, página 266.
[25] Georges Bataille, obra citada. Introducción de Antonio
Campillo, pag. 40.
[26] Pedro Salinas. Prefacio. Poesías Completas (5). Alianza
Editorial. Madrid, 1993. Pag. 25.
[27] José Martí. Walt Whitman,
ensayo escrito por el escritor cubano el 19 de abril de 1887. Citado de
“Whitman, Dickinson, Williams y su obra. Grupo
Editorial Norma, Santa Fe, Colombia, 1991. Pag. 15-16.