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¿Quién es Ángela Hernández Núñez?

Premio Nacional de Literatura 2016. Nació en Buena Vista Jarabacoa, República Dominicana, 6 de mayo de 1954. Graduada con honores de Ingeniería Química. Narradora y poeta. Apasionada del cine y la fotografía. Textos de su autoría se han traducido al inglés, francés, italiano, islandés, bengalí y noruego. Se incluyen en importantes antologías. Es Premio Cole de novela corta, a la novela Mudanza de los Sentidos, 2001; dos veces premio nacional de cuento. Su libro Alicornio mereció el premio nacional de poesía.

¿QUÉ ES POESÍA? "Todo resuena, apenas se rompe el equilibrio de las cosas".

LA LIBERTAD AL ESCRIBIR POESÍA
          
“El arte suministra la purificación del espíritu de servidumbre”.
                    Hegel

“La poesía lleva en sí la perfecta compensación de las miserias que padecemos”.
                   André Breton.
¿QUÉ ES POESÍA?

 “La poesía no es menos misteriosa que los otros elementos del orbe. Tal o cual verso afortunado no puede envanecernos, porque es el don del azar o el espíritu; sólo los errores son nuestros (...). En este mundo la belleza es común[1]. Estas son las palabras del poeta argentino Jorge Luis Borges en la introducción a su libro Elogio de la Sombra (1969).

Octavio Paz, el admirado poeta de nuestros tiempos, declaró unos años antes de morir que la poesía es memoria creadora. Llegada después de más de seis décadas de intimidad con ella. Pero, ¿qué significa esto de memoria creadora? Puede ser entendido como “historia”, con la peculiaridad de que es historia viva, inacabada, a la que el ejecutante le ha tributado la pulsación de su ser,  sello de la unidad y de la simbólica ruptura de las cronologías aprisionantes.

Memoria creadora, declara el pensador poeta, como si estuviera legándonos un objeto hechizado en desplazamiento. La persona no tiene por que ser esclava de la historia, del pasado, ni del porvenir, tampoco tiene que resignarse a la cultura. O por lo menos, puede, dice el poeta, mostrar su inquietud, el hambre constante de su mirada.

Pero en la medida en que más se reflexiona, la revelación de Octavio Paz se va aproximando a metafórico augurio. De modo que la poesía concluye definiéndose a través de sí misma, en el rostro del artista que se ha ofrecido a ser espejo de las profundidades y las cristalizaciones.  Entonces la artista y el poeta se escalofrían al percibirse punta de lanza (¿de qué lanza?), trampolín (¿de qué, de quiénes?) o capullo (¿para cuál metamorfosis?).

“La conciencia de las palabras lleva a la conciencia de uno mismo: a conocerse, a reconocerse”, manifiesta Octavio Paz. La Tentativa poética se convierte en tentativa de participación”, agrega. Y en un hermoso párrafo, a propósito de Andrés Bretón, expresa:

Poesía y amor son actos semejantes. La experiencia poética y la amorosa nos abren las puertas de un instante eléctrico. Allí el tiempo no es sucesión; ayer, hoy y mañana dejan de tener significado: sólo hay un siempre que es también un aquí y un ahora. Caen los muros de la prisión mental; espacio y tiempo se abrazan, se entretejen y despliegan a nuestros pies una alfombra viviente, una vegetación que nos cubre con sus mil manos de hierba, que nos desnuda con sus mil ojos de agua. El poema, como el amor, es un acto en el que nacer y morir, esos dos extremos contradictorios que nos desgarran y hacen de tal modo precaria la condición humana, pactan y se funden. Amor es morir, han dicho nuestros místicos, también es nacer.”[2]

Si la experiencia de amar y la experiencia poética son de naturaleza semejante,  los pasos del amor y los de la poesía se hallan, por igual, en despliegue y repliegue incesantes. De  ahí la delicadeza y el vértigo, de ahí las estaciones y la contingencia.

Pero cedamos el espacio a la expresión de otros poetas y veremos que el abanico de percepciones sobre el tema podría ser infinito, no sólo en matices.


CONOCERLA EXPERIMENTÁNDOLA

Paul Valéry se interesó por los intentos de descifrar la poesía desde lo externo a ella, que tan exiguos resultados producen.

En cuanto a aquellos que no sienten muy interesante ni la presencia ni la ausencia de la Poesía sin duda es ésta para ellos sólo una cosa abstracta y misteriosamente admitida: cosa tan vana como se quiera, aunque una tradición que es conveniente respetar conceda a esa entidad uno de esos valores indeterminados que flotan en el espíritu público. La consideración concedida a un título de nobleza en una nación democrática puede servir de ejemplo”. Y más adelante: “Admito que la esencia de la poesía sea, según las diversas naturalezas de los espíritus, o de valor nulo o de importancia infinita: lo que la asimila a Dios”. 

     En torno a las pretensiones de interpretarla a partir de la frecuencia de determinados vocablos empleados por el poeta, la musicalidad o bien amparándose en anécdotas de la vida de quien la escribe, Valery sentencia: “Bien podemos contar los pasos de la diosa, anotar la frecuencia y la longitud medias, no por ello descubriremos el secreto de su gracia instantánea (...) Ahora bien; todo reside ahí. La única prenda del saber real es el poder: poder hacer o poder predecir. Todo el resto es literatura” [3].

Con lo cual remata su opinión con un enigma: la poesía es distinta a la literatura. Es en sí, y encierra en su sustancia  sus propios códigos de conocimiento.

RELEVOS CON LA TEA DEL ASOMBRO

¿Empieza la poesía en el lugar en que se agotan la ciencia y la filosofía, tomando de éstas y trascendiéndolas, tomando asimismo de la literatura y trascendiéndola; tocando, como instrumento orientador, estas comarcas  del saber, y de algún modo, conteniéndolas?   ¿Cuál es la relación entre poesía y fe?

Los libros sagrados y los que se presumen revelados están repletos de poesía. ¿Podríamos afirmar que hay poesía allí donde los seres humanos proyectan su rastro de inmortalidad? ¿Zona privilegiada de lo sensible? ¿Podría decirse que todos los lenguajes en sus albores han sido eminentemente poéticos?  ¿Lo siguen siendo?

Cuando en algún remoto lugar una mujer o un hombre, balbuceó  “aquam”, “agua”, “water”,  eau... ¿nombraba la desmesura del océano? ¿ el sonido de la lluvia? ¿nombraba el flujo, la cristalinidad o la materia del río? ¿O acaso, y simplemente, nombraba su sed?  Tal vez aquellos que exclamaron eau descubrían el fabuloso océano, quienes pronunciaron agua por primera vez, se hallaban resguardados, observando los hilos constantes de la llovizna entre la luz solar (¿acababan de amarse?); quienes exclamaron water estaban febriles. Así, los nombres actuales que se traducen como equivalentes (aquam, agua, eua, water...) designaban la sed, la vastedad, el fluir perenne, la luz silenciosa que lava el espíritu en el pasmo reconciliador.

Cada palabra sustantiva de un lenguaje tiene por raíz el asombro. Y cada elaboración maravillosa (mitos, canciones, leyendas) revela el baño de la conciencia en la abundancia que surte, merodea y acompaña. Las palabras nominan al miedo y sus demonios. Las palabras titulan al ángel custodio en cuyas manos florece el fuego y la cascada boreal; ubicuo, fuera como dentro, se desvanece en los vientos y metales, y se multiplica en lluvia; al ángel huevo, ninfa, dragón, tigre y tortuga. Andrógino de la eterna gestación. Imagen del desdoblamiento y la reversibilidad. Las palabras reservan el rubí caliente que se dispara al pecho amante.
El lenguaje es una creación estética ”, reflexiona J.L. Borges y agrega más adelante: “ Ya el hecho de que haya una palabra para silencio es una creación estética”. Y luego afirma: “Creo que la poesía es algo que se siente, y si ustedes no sienten la poesía, si no tienen sentimiento de belleza, si un relato no los lleva al deseo de saber qué ocurrió después, el autor no ha escrito para ustedes[4].

ALGO RESUENA...

El oriente, master de sutilezas, acuña tentadoras interpretaciones. Refiriéndose a la poesía y pintura chinas, explica Pierre Ryckmans: “El poeta, el pintor, están asociados a la creación cósmica. La creación artística es una participación en el dinamismo del universo” [5].

Este autor cita a A.D. Hope, crítico literario profesional, para ejemplificar las coincidencias que en cuanto a definiciones sobre poesía pueden darse en occidente y oriente. A mi parecer, se trata de una certera conjunción. Veamos lo que expresa Hope: “En realidad, no conozco ninguna definición de la naturaleza y de la función de la poesía que me satisfaga más que la idea de poesía como celebración del mundo, por la creación de algo que se añade al orden del mundo, y lo completa”.

Poesía remite, en el concepto chino, a comunión con el universo (y éste comprende las realidades a las que accedemos y aquellas desconocidas), jugando el Qi (soplo, energía) un papel primordial. “De este papel privilegiado que se otorga a la expresión qi, resultan importantes consecuencias. Si el artista consigue transmitir el qi, poco importa que el pretexto formal sea nuevo o copiado. Incluso, se concibe la posibilidad de que una imitación pueda sobrepasar el modelo, en la medida en que la copia consiga manifestar mejor el influjo qi”, dice más adelante Pierre Ryckmans. “El objetivo supremo del artista consiste en captar esa energía del macrocosmo e inyectarla a su obra”, agrega.

Esta efectiva delicadeza para captar la correspondencia entre las cosas (y exceder la dualidad) podemos hallarla en el siguiente poema  de Han Yu (766-824), traducido y titulado por Octavio Paz.

Misión de la literatura.

    Todo resuena, apenas se rompe el
equilibrio de las cosas. Los árboles y las
yerbas son silenciosas; el viento las agita y
resuenan. El agua está callada: el aire la
mueve, y resuena; las olas mugen; algo las
oprime; la cascada se precipita:  le falta suelo;
el lago hierve: algo lo calienta. Son mudos los
metales y las piedras, pero si algo golpea,
resuenan (...)

    Lo mismo sucede entre los hombres; el
más perfecto de los sonidos humanos es la
palabra; la literatura, a su vez, es la forma
más perfecta de la palabra. Y así, cuando
el equilibrio se rompe, el cielo escoge entre
los hombres a aquellos que son más sensibles, y
los hace resonar [6].          



EL PAJARO SE HA CONFUNDIDO CON EL VIENTO

        ¿Pertenece la poesía al dominio de la acción o al de la contemplación?
       “La poesía debe ser hecha por todos”, exclamó Lautreámont. Bueno, tal vez la poesía es hecha por todos.
Un amigo, un poco sorprendido, me contaba que una campesina de Monte Cristi, relatando un suceso, había usado de modo natural la siguiente expresión: “La noche estaba como un dulce viejo”.  Él le preguntó qué quería decir. Ella, manteniendo la espontaneidad, respondió: “La noche estaba tan oscura que no se podía cortar ni con cuchillo, como se ponen los dulces añejos”.

         El quehacer poético no resiste constreñimiento, ni formales, ni de grupos, siempre terminará saltándolos.

               El lugar de la poesía como cosecha y goce exclusivo de elites, ha generado movimientos de impugnación que, por encima de cánones y corrientes estéticas que gozar de aprobación general, proponen la actitud vital, la intención rebelde. En posturas y obras subyacen o se expresa abiertamente, cuestiones éticas y políticas, que aluden tanto al “arte de vivir” como a los poderes sociales, a la interacción del individuo y la colectividad.

       El romanticismo, como movimiento cultural antiburgués y sensibilizador, agudizaba la conciencia demiúrgica del individuo y subvertía actitudes, propiciando acciones -heroicas o suicidas-, individuales o masivas, durante una prolongada época.

La lucha independentista y la formación de las naciones de este continente la pensamos con relación al espíritu de época que generó el romanticismo. Tiempo en el que los individuos estaban dispuestos a arder en su propio fuego, de ser necesario, para palpar su consistencia de personas o naciones. Bolívar, Martí y Duarte fueron románticos. Juventud era vigor de sentimientos y coraje arrebatador. La poesía, entonces, afilaba, consumía.

         Otro ejemplo, de gran influencia incluso en nuestros días, fue el movimiento surrealista. Sobre los surrealistas, ha escrito Aldo Pellegrini: “Más que artistas, hacían el papel de agitadores, y en ello parecía mezclarse lo político y lo filosófico con lo poético, al mismo tiempo que un curioso espíritu de investigación se unía un afán por la aventura y el escándalo” (...). La poesía para los surrealistas es el verbo en su calidad de sonda lanzada hacia la profundidad del hombre... es el lenguaje de lo inexpresado[7].

        La divina irreverencia de estos poetas, lujuriosamente ácidos y exigentes, jugando a menudo en las fronteras de lo repulsivo al encarar  los pareceres que amansan la imaginación, puede advertirse en estos versos:

Amo aunque la vida sea mortalmente intolerable
amo aunque luego me vea obligado a aullar” (Louis Aragon [8]).

Quizá ya no haya tiempo, ya no haya tiempo para verme,
Pero la hoja que cae y la rueda que gira te dirán que nada
        perdura en la tierra,
Salvo el amor,
Y de esto quiero convencerte” (Robert Desnos [9] ).

Lo que ha sido comprendido ya no existe,
El pájaro se ha confundido con el viento,
El cielo con su verdad,
El hombre con su realidad” (Paul Eluard [10]).

Dios vive en una caja fuerte
de la que los pobres nunca tendrán la llave” ( Francis Picabia [11]).

          Común fue entre los surrealistas la actividad política, militancias y rupturas. Muchos de ellos comprometieron su vida con la lucha antifascista en Europa.

La sensación de guerra contra el anquilosamiento y la moral burguesa atravesaría toda la obra surrealista, matizada por un  desesperado intento de trascender hacia las profundidades y liberar el espíritu humano de las mallas de hierro.

Los surrealistas se perciben como pasajeros en un tiempo anegado. Su misión es redimir. Para cumplirla deben patalear e imponerse. Escudriñar verdad y belleza. Esgrimen la poesía y la persiguen por todos los medios: oníricos, alquímicos, mediúmicos, el humor, la provocación...

Cada minuto de plenitud lleva en sí mismo la negación de siglos de historia cojeante y descantillada. Aquellos a quienes incumbe hacer girar los ocho resplandores sobre nosotros, tan sólo lo conseguirán con savia pura”, apuntó Bretón [12].
          
Es común nuestra tendencia a figurar antagonismo entre  acción y contemplación, entre política y arte. De darse, debería ser como procedimiento del espíritu y de la ética personal del o de la poeta. La poesía concebida como palanca para producir cambios ha dado lugar tanto a engañosas situaciones como a estupendo rendimiento. La poesía concebida como actividad contemplativa, ha producido unas veces fofas composiciones y otras memorables poemas. El ingrediente que equilibra y fecunda es la libertad, la sensibilidad que asume su derecho a la continua apertura, la vivencia de libertad. El dogma estricto (religioso, político e incluso científico, porque también los hay) ahoga o, en el peor de los casos tiende a yugular.

         “Realismo socialista” y “arte por arte”, podrían ser consignas paradójicamente cercanas.  De los efectos de achatamiento de la creación producida por la primera hemos escuchado mucho. Sobre la segunda afirma lúcidamente Georges Bataille: “El arte por el arte respondió a la nostalgia de la situación feudal, en donde aquellos mismos a quienes los artistas servían, y de quienes dependían enteramente, estaban al servicio de la soberanía institucional. Se trataba siempre de un arte ornamental, pero esta vez para uso de diletantes apartados de la sociedad (...). La fórmula sólo habría tenido pleno sentido si el arte hubiera asumido directamente la herencia de la soberanía, de todo lo que antaño fue auténticamente soberano tanto en la figura universal de Dios como en las figuras de los dioses y de los reyes[13].

        La o el poeta tienen por demanda interior defender la expresión soberana, que en sí misma y en sus resonancias conlleva suficiente justificación. Y exponer su sensibilidad a la sensibilidad de todo el mundo. Designar lo invisible para compartir lo invisible. Nombrar el vacío y el dolor para domesticarlos. Extraer un poder de esta acción y  compartirlo. Podremos vislumbrar en un poema al ser místico, a la persona militante, al nihilista, al antisocial o a la humanidad filántropa. Pero no será esa condición lo que nos estremezca, sino la desnudez e imperiosa solicitud de amor presentes en las personas (humanidad), no obstante cuanto progrese y cuanto logre manipular en su mundo.


César Vallejo escribió:

Tengo que vibrar al unísono, me doy cuenta
pero no sé con qué
(...)
Siento estar tensando una cuerda que no existe
He sido literalmente triturado por la vida
y, sin embargo, mirad mi perfil contra la luna, parece intocado
y mi alma, Oh, si vierais mi alma, es un diamante negro de mil caras
un diamante tallado por un amor sin límites.

Y Rainer María Rilke, en las Elegías de Duino[14]:

¿Quién si yo gritase, me oiría desde los coros
de los ángeles? y si uno de repente me tomara
sobre su corazón: me fundiría ante su más potente
existir. Pues lo bello no es más que el comienzo
de lo terrible, que todavía soportamos
y admiramos tanto, porque, sereno, desdeña
destrozarnos. Todo Angel es terrible, (...)

   El rostro de Rilke y el de Vallejo, en estos versos, es la faz de un poeta de cualquier sitio, mujer u hombre.        


LA CRISIS LA PALABRA

El nexo entre poesía y lenguaje, entre pensar y poetizar, es único. La poesía está hecha de lenguaje, pero no es el lenguaje. Una obra de arte está elaborada con pintura, pero no es de ningún modo la materia de la que se ha valido su creador. Desde luego, la analogía entre poesía-lenguaje, pintura-arte no es válida por completo. El lenguaje es cultura viviente y tradición. No puede decirse lo mismo de los materiales utilizados en las artes plásticas, por nó lo menos no en el mismo sentido.

El retrato de un paisaje no es el paisaje. Este puede ser emblematizado en un film, una composición expresionista, una descomposición cubista, puede ser tomado bajo un halo nocturno o en un centelleante mediodía. La pregunta sobre la relación entre el paisaje, el ojo que lo contempla y el modo de captarlo debe ser  muy antigua.  Hoy se afirma, incluso en física, que el observador modifica lo observado. La conexión es cuántica, paradójica; para nuestros fines, digamos que la relación posee ciertos misterios, que pueden experimentarse con el corazón en vilo y el pensamiento en actividad, o cuando cesan todos los sonidos.

“La  poeticidad pertenece al texto y la poesía al mundo y a sus diversas figuras” aventuran Ximena Loddy y Louis Dalla, en el prólogo a una antología de poesía francesa. Y continúan: “El poema no cesa jamás de nombrar lo que encuentra en su búsqueda de tal modo que ello es difícilmente legible por el estado de agitación perpetua con que se encuentra ante nuestros ojos”, Conjeturan que “quizás hablando incansablemente de la poesía se logre hacerla caer en la trampa por breves y raros instantes, los cuales se notan enseguida por la capacidad de suspendernos”. Y en este ejercicio siguen discurriendo para ofrecernos algunos destellos: “Un oscuro presentimiento toma forma en la génesis del poema en el primer verso”, “Los canales de emisión son variados y piden, además de una memoria, una periferia”, “Solo el poema nos coloca en posición de extrañeza frente a las palabras”.[15]

“¿Cómo hacer que la poesía en el momento de construcción de su lenguaje no se pierda? Sin dejar de hablar de ella en todo momento y en toda ocasión bajo el proteismo de las formas. Siempre hablando de la misma cosa. Esto da a la poesía su propio peligro: el perder la palabra por exceso de atención en la palabra”, concluyen.

Dos cuestiones importantes apuntan estos autores “El poeta piensa el presente a través de su poema, para éste constituye su pensamiento natural”, y, “Muchos tienen razón de no fiarse de la poesía, pues ella posee un verdadero poder, el de no pertenecer a nadie y obrar así con astucia ante los gigantes de este mundo: los planificadores[16]

LA CENIZA SE CONVIERTE EN CRISTAL

Para el poeta cubano Lezama Lima la poesía es un en sí que va mucho más allá de su finalidad. “Lo imposible al actuar sobre lo posible engendra un posible en la infinidad. Ya la imagen ha creado una causalidad”, dice, coligiendo: “Ahora ya sabemos que la única certeza se engendra en lo que nos rebasa”.[17]

Existe una función creadora en el hombre, trascendental-orgánica, como existe en el organismo la función que crea la sangre. la poiética y la hetopoiética tienen idéntica finalidad. Instante en que lo orgánico se transforma en transpirante, es decir, en que aparece el espacio asimilado, pues la respiración es el espacio asimilado que se devuelve”, expone, revelando una visión más nítida aún en el siguiente párrafo:

Cuando me acercaba a mi madurez, vi como lo cuantitativo, lecturas diversas, experiencias, esperas y apresuramientos, se iba trocando en cualitativo. Es el momento, según Descartes, en que la ceniza se convierte en cristal”.[18]

Es el poeta, a su juicio, quien crea la nueva causalidad de la resurrección. Con Bourdelaire, consiente  en que la poesía es el único milagro para el que se nos ha dado permiso.

Perplejo, absorto, el poeta ha sido condenado a escribir poesía y a recibir la rebelión de la palabra ante la escritura que la busca sin fijarla. Pero este combate, quizás el que más haya justificado la existencia del hombre, siempre recomienza como una estación desconocida, pero imprescindible en su función de precisar la caída de las nubes en el río que las impulsa de nuevo”.[19]
En lugar de una reflexión para hallar un cauce explicativo, Fernando Pessoa se permitió ser un conjunto de  afluentes. No procuró una solución tipo esto o aquello, sino que se dijo esto y también aquello. Sospecha de las virtudes de la coherencia, respondiendo de manera genial a las paradojas de la realidad y a su desplazamiento.

Los geniales homónimos forman incluso un movimiento, el Sensacionismo. Se dan todas las libertades. Y ninguno deja de ser estupendo poeta que cultiva su propia eficacia.

Alvaro de Campos afirma: “La poesía es aquella forma de la prosa en la que el ritmo es artificial. (...)  Pero se pregunta: ¿Por qué ha de haber un ritmo artificial? Se responde: porque la emoción intensa no cabe en la palabra: y no se puede gritar hablando, se tiene que bajar al grito o subir al canto. Y como decir es hablar, cantar hablando es poner la música en el habla, pónese la música en el habla disponiendo las palabras de modo que contengan una música que no esté en ellas, que sea, pues artificial en relación a ellas. Esto es la poesía: cantar sin música”[20].

A lo que responde Ricardo Reis: “Yo, sin embargo, antes diría que la poesía es una música que se hace con ideas, y por lo mismo con palabras.(...). Cuanto más fría la poesía, más verdadera. La emoción no debe entrar en la poesía como elemento dispositivo del ritmo, que es la supervivencia lejana de la música en el verso. Y ese ritmo, cuando es perfecto, debe antes surgir de la idea que de la palabra. Una idea perfectamente concebida es rítmica en sí misma: las palabras en que perfectamente se diga no tienen poder para empequeñecerla. Pueden ser duras y frías: no influye –son las únicas y por eso las mejores. Y, siendo las mejores, son las más bellas[21].

Ya antes, Ricardo Reis, había anotado: “Porque la poesía no es un producto exclusivamente intelectual. Se basa en el sentimiento, aunque se exprese mediante la inteligencia. La inteligencia deber servirle sólo para interpretar el sentimiento”[22].

Fernando Pessoa se encarga de atravesar con un eje a sus homónimos. “La única realidad de la vida es la sensación. La única realidad del arte es la conciencia de la sensación”[23], afirma en la Carta a un editor inglés, en que detalla la naturaleza del “Sensacionismo”, descendiente, a su decir, del “simbolismo” francés, el panteísmo trascendentalista portugués y “ el enredo de cosas sin sentido y contradictorias  de  que el futurismo, el cubismo y otras semejantes son expresiones ocasionales, aunque, para ser exactos, descendamos más de su espíritu que de su letra”.[24]

¿TIENE LA POESIA UNA FUNCION PRACTICA? ¿DEBERIA TENERLA?

      Las observaciones que formula Antonio Campillo sobre Bataille, son pertinentes para la discusión sobre la poesía en nuestra época. “Bataille cree que el arte y la literatura son, en la sociedad moderna, los medios a través de los cuales la subjetividad sagrada o soberana puede manifestarse, comunicarse, haciendo posible una forma de comunidad que no es la del contrato sino la del amor, que no está basada en el interés propio sino en el deseo del otro. Para Bataille, soberanía y comunicación amorosa son una misma cosa, puesto que ambas significan que el ser se pone a sí mismo en juego y se abre incondicionalmente al otro[25].

        Pienso que si una época urge de poesía es esta que vivimos. La poesía ayuda a restaurar el balance mental y espiritual que la celeridad y el pragmatismo desordenan. Ni siquiera el cerebro humano está preparado para responder a esta encrucijada de tecnología, individualismo a ultranza y enajenación mercantil. De ahí la irritabilidad creciente. La minuciosa agresión de la publicidad. El trastocar medios y  contenidos para sobrevaluar los ordenadores, propiciando la fantasía de que pueden reemplazar la actividad del pensamiento. De repente, podemos comunicarnos con todo el mundo y tenemos poco que decir, o las informaciones nos abruman. ¿Dónde queda la identidad propia cuando entramos en cotidiana interacción con culturas poderosas que se autoperciben omnipotentes? ¿Terminaremos siendo una caricatura de los que dominan el lenguaje de la alta tecnología?

Una lengua responde a una identidad en el mapa riquísimo de la cultura planetaria. ¿Hacia dónde va la nuestra cuando nos detenemos en una plaza comercial en la que nombres y descripciones están predominantemente en otro idioma, y los jóvenes que por allí caminan a veces ignoran cómo llamar a un determinado objeto en lengua propia, o alardean en otro idioma, como si ello fuese muestra de superioridad? ¿En qué lugar se sitúa el pensamiento meditativo cuando el valor del pensamiento calculador se magnifica? ¿Llegaremos a un punto en que se extingan las humanidades porque a las academias ya no les resulten rentables, ni atrayentes a los estudiantes? ¿Cuál sería el impacto del predominio radical de una civilización de lo funcional y verificable sobre el comportamiento humano? ¿Sería, a la larga, una cultura sin fe, sofocada por sus logros acumulativos y, probablemente, autodestructiva?

        ¿Para qué sirve el pensar si no se cultiva el sentir? La emoción, la belleza, la compasión y la participación es lo que confiere dignidad a nuestras existencias y proyectos.

        El neofascismo, las guerras de higienización genética, los fundamentalismos de todo tipo, la mentalidad bélica, la mentalidad imperialista, son una terrible advertencia. La tecnología sin sabiduría, la fe sin sabiduría, la ciencia sin sabiduría, sin buen arte del vivir (ética), sin poesía, producen carreras frenéticas, ansiedades homicidas, fúnebres certezas.

         A finales de la década del cuarenta, el poeta español Pedro Salinas, escribía: “Conozco la gran paradoja: que en los cubículos de los laboratorios, celebrados templos del progreso, se elabora del modo más racional la técnica del más definitivo regreso del ser humano: la vuelta del ser al no ser. Sobre mi alma llevo, de todo esto, la parte que me toca...”[26].

             “Quién es el ignorante que mantiene que la poesía no es indispensable a los pueblos? Hay gentes de tan corta vista mental, que creen que toda la fruta acaba en la cáscara. La poesía que congrega o disgrega, que fortifica o angustia, que apuntala o derriba las almas, que da o quita a los hombres la fe y el aliento, es más necesaria a los pueblos que la industria misma, pues ésta les proporciona el modo de subsistir, mientras que aquélla les da el deseo y la fuerza de la vida. ¿Adónde irá un pueblo de hombres que hayan perdido el hábito de pensar con fe en la significación y alcance de sus actos?” [27], expresaba José Martí a finales del siglo pasado.

 LIBERTAD Y POESÍA

Hemos ganado libertad de mover las ideas por todo el orbe, de comunicarnos. Somos, al propio tiempo, tributarios y consumidores de tecnologías que deterioran el planeta; dependientes de los aparatos, consumidores y productores de pesadillas y mercancía de consolación de todo tipo. “Dios ha muerto”, han proclamado los pensadores occidentales, y nos aferramos a cuántas imágenes o ideas de Dios podamos componer.

Hay una nueva espiritualidad emergiendo, más auténtica y lúdica quizás. Hay, a la vez, una mercadotecnia de la fe; una voraz demanda de fetiches. Hay en ella indiferencia hacia la poesía y el facilismo depredador de la pantalla. Hay una pasión por reivindicar, amar, comunicar y celebrar la poesía, el arte, la música... Es una época indescriptible, de transición dicen algunos. Epoca hinchada. Se necesita una lámpara o la humilde lumbre de una cerilla para no ser simple partícula del arrastre.

A mí me gusta esta época. Creo que vista en el paisaje de varios milenios, resulta provocadora. Creo también que necesitamos, con apremio, esa plasticidad que a la intuición confiere la poesía. Necesitamos forjar un balance. Es posible prever el surgimiento de un gran movimiento cultural y estético. Quizás de tanta repercusión y fuerza como el romanticismo o el surrealismo. Por primera vez, el movimiento no será de una ola gigante, sino de infinitas y sucesivas olas.

La poesía, en su más puro significado, estará en el centro de este nuevo movimiento, balanceando.

Para las gentes que habitamos esta mitad de isla, con una cultura de raíces en oposición, poesía debería ser sal de la enseñanza, núcleo de las canciones populares, fuerza sensibilizadora a través de la que saborearíamos nuestra historia. Canal para reconocernos y afirmarnos en nuestra identidad lingüística y cultural. Vaso, esta identidad nuestra (diversa en sí), con el que participamos en el brindis comunicante de todas las culturas. Ojalá que en escuelas, iglesias, universidades, y aún en las familias, la juventud y la niñez sintieran la fabulosa efervescencia que comprime al corazón, disponiéndolo para la ósmosis, para la comunicación irradiante, para la vivencia en apertura.

Quiero concluir con unos versos del poema Libertad de Paul Eluard, escrito en 1942, en plena ocupación nazi, los que le valieron persecución de la Gestapo.

Y por el poder de una palabra
Reinicio mi vida
Nací para conocerte
Para nombrarte
Libertad


Ángela Hernández Núñez
Feria del libro 1999
Escrito para el panel "Vigencia de la poesía".




[1] Jorge Luis Borges, Obras Completas, segundo tomo  (1952-1972) . Emecé Editores. Buenos Aires, 1990.  Página 354.
[2] Octavio Paz, Las Peras del Olmo, páginas 63  y  130. Obras Maestras del Siglo XX. Origen Seix Barral, 1984. Barcelona.
[3] “A propósito de poesía”. Paul  Valéry. Obras Escogidas. Tomo II. Presentación y selección de Salvador Elizondo. Secretaría de Educación Pública. México, 1982. Pags. 11-13.
[4]  Jorge Luis Borges. Siete Noches, páginas 256-257. Obras Completas, Tomo III. Emecé Editores. Buenos Aires, 1989.
[5] Pierre Ryckmans. Poesía y Pintura. Aspectos de la estética china clásica. Traducción del francés de Anne- Hélene
[6] Fragmento. Revista El Paseante. Número citado, pag. 145.
   Suárez. El Paseante. # 20-22. Número sobre taoísmo y arte chino. Ediciones Siruela. España, 1993.
[7] Aldo Pellegrini. Antología poetas surrealistas. Argentina, 1961. Pags. 13 y 15 respectivamente.
[8] Aldo Pellegrini. Obra citada, pag. 47.
[9]  Aldo Pellegrini. Obra citada, pag. 129.
[10]  Aldo Pellegrini. Obra citada, pag. 144.
[11] Aldo Pellegrini. Obra citada, pag.309).
[12] Prolegómenos a  un tercer manifiesto. Obra citada, pag. 317.
[13]  Georges Bataille, “Lo que entiendo por soberanía”. Paidós I.C.E./ U.A. B. Barcelona, 1996. Pag. 122.
[14] Traducción de José María Valverde.
[15] Ximena Lodoy y Louis Dalla Fior, Antología de la  Poesía Francesa Actual, ( 1960-1976), -editorial Nacional, Madrid, 1979, pag. 9
[16] Ximena Lodoy y Louis Dalla, obra citada, pag. 10.
[17] Jose Lezama Lima. Lectura, charlas en la Universidad de La Habana, 1959.
[18] José Lezama Lima, ponencia en el Congreso Cultural de La Habana, enero 1968
[19] José Lezama Lima, Poesía Completa. La Habana, Instituto Cubano del Libro.
[20] Fernando Pessoa. El Regreso de los dioses. Seix Barral Biblioteca Breve. Segunda Edición, mayo 1988. España. Pag. 161
[21] Fernando Pessoa, obra citada, página 162.
[22] Fernando Pessoa, obra citada, página 158.
[23] Fernando Pessoa, obra citada, página 268.
[24] Fernando Pessoa, obra citada, página 266.
[25] Georges Bataille, obra citada. Introducción de Antonio Campillo,  pag. 40.
[26] Pedro Salinas. Prefacio. Poesías Completas (5). Alianza Editorial. Madrid, 1993. Pag. 25.
[27]  José Martí. Walt Whitman, ensayo escrito por el escritor cubano el 19 de abril de 1887. Citado de “Whitman, Dickinson, Williams y su obra. Grupo   Editorial Norma, Santa Fe, Colombia, 1991. Pag. 15-16.

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La cualidad de la nostalgia

Cuento de Ángela Hernández Núñez

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