ODA A LOS CIEN OÍDOS DE BEETHOVEN
Juan Sánchez Lamouth
Mencionaré tu nombre entre los canales
acústicos
de las estalagmitas y las estalactitas
hoy
que las flores lloran por la gangrena física que mina a los espíritus;
son cien oídos los tuyos llenos de gorriones
y luceros, cien oídos
repletos de los ruidos del yunque del dios
cojo,
cien oídos tentados por los diablos que tocan
los pianos del infierno,
cien
oídos mojados por los fuertes otoños que amarillean la tierra
cien oídos embriagados de los vinos azules
del Rhin y del Danubio
cien oídos alegres entre la música de Jacob y
las musas, cien oídos como un coro de armonium en la masa coral de las edades,
cien oídos litúrgicos escuchando el ¡Hosanna!
entre la Catedral del Universo.
¡Oh monstruo mitológico que oye con cien
oídos...!
Sólo los sordos piensan que tú eres sordo,
sordo, sordo como los cementerios. Apóstol sempiterno del bosque donde moran
los dioses ornitólogos
ese bosque fecundo con más aves que árboles,
ese bosque de notas con más nidos que hojas.
Desde la dirección del Músico Principal de
los azules
florecieron tus predios de círculos armónicos
dulce trabajador de fusas y corcheas;
pastor de sinfonías entre los Nibelungos de
los cielos.
Para tus sonatas aún quedan candelabros
encendidos.
¡Aleluya Beethoven para tus cien oídos...!
Cien oídos olímpicos, hechos de hostias
góticas, cien oídos secretos como tienen los aires,
cien oídos de hojas como si fuera un árbol,
cien oídos de peces como si fueran un río,
cien oídos de ángeles como las catedrales.
Hombre-dios, hombre-sol, hombre-pirámide;
que multiplicas el río y no los peces, el
campo de los trigos y no los panes.
Mirando hacia ese bosque azul de las Fénixes.
¡Escuchemos! Serán las hojas verdes que te
rezan
o un Oratorio de Haendel desenterrado que te
nombra.
¡Escuchemos! Suenan las piquetas en las
tierras muertas,
en la primavera vibran los insectos, se oyen
los conciertos,
se oyen los misterios, suenan las campanas
por los cementerios,
suenan las gargantas de los bosques secos
en tanto en los tiempos, los hombres profanos
que en ti no creyeron
siguen en las aras de los viejos templos
matando el becerro de todas sus culpas,
encendiendo piras de sus locas ansias,
quemando las mirras de sus sufrimientos;
y tú que todo lo sabes, que todo lo miras,
que todo lo sientes con esos cien oídos
en donde se concentran los bellos elementos;
cien oídos como cien gladiadores en las
arenas de las libertades,
cien oídos obreros sudados de universo,
cien oídos, con cien Cristos clavados en tu
alma,
cien oídos mojados por cien trombas marinas,
cien oídos tocados por cien violines hechos
de las maderas
de los bosques de Diana, cien oídos los
tuyos, cien alaridos matemos,
cien paraísos terrestres,
cien signos enigmáticos,
cien meridianos de rosas y palomas entre la
tierra y los cielos
sin embargo muchos piensan que tú eres sordo
como un bosque de mármol
y que en tus cien oídos duermen cien
cementerios
Tomado del portal Cielonaranja