La sonrisa
del Dalai Lama
El domingo
vi con regocijo la excelente película Kundun, La tormenta interior, dirigida por Martin Scorsese
(1997). Este director se reivindicó ante mis ojos.
Recordé un
episodio importante. Y busqué en mis archivos una foto que le había tomado al líder espiritual de la Región del Tibet, en
junio de 1993. Al Dalai Lama se le impidió expresarse en la asamblea de los
representantes de Estados durante la Conferencia Mundial de Derechos Humanos,
celebrada en Viena del 14 al 25 de junio de 1993. Bastó la dura oposición de
China. Y esta fue la causa de que yo tuviera la fortuna de conocerlo. El líder
espiritual de la Región del Tibet Dalai se dirigió a los jardines de Unicef y tras
él marcharon cientos; incluso toda la prensa internacional. Lloviznaba. Los
jardines se cubrieron de sombrillas. La multitud aguardó. Respetuosa. Expectante.
En el improvisado y modesto escenario destacaban las vestimentas color naranja
de los monjes. Un helicóptero sobrevoló, cerca. El Dalai Lama sonrió como un
niño, señalándolo con el índice. “Nice”, dijo y la multitud sonrió con él.
Habló de la compasión y del amor, sin mencionar el agravió que acababan de
sufrir, él y todo lo que su persona representaba. Sus palabras, la llovizna, el
silencio de la multitud, el jardín cubierto de sombrillas… Fue uno de los
momentos singulares de aquella cumbre de Naciones Unidas, en la que me
encontraba en calidad de corresponsal de Fempress.
La imagen, el sucinto y conmovedor discurso del Dalai Lama y los impactantes
testimonios escuchados en el Tribunal de la Mujer, funcionando por primera vez
en un evento de esta magnitud, marcaron mi memoria. (Un día atrás, todos los
periodistas y fotógrafos, objetivos por definición lloraron –lloramos– sin contención ante los testimonios
de mujeres, algunas ancianas, víctimas de la esclavitud sexual durante la II
Guerra Mundial, la mutilación de los genitales en niñas africanas, las brutales
violaciones durante “la limpieza étnica” ejecutada por los serbios, la
desfiguración del rostro por ataques con ácido perpetrados por exparejas … Una
anciana filipina, que había sido secuestrada y esclavizada por soldados
japoneses dijo que a las jóvenes esclavas sexuales les impedían hasta el
suicidio. Ella había hecho todo lo posible por envenarse).
Tremenda
experiencia: la ciudad deslumbrante de Viena, sus músicos, Klimt, el Danubio, los
danzantes indígenas llegados de Sudamérica y Centroamérica, las muchas nuevas
naciones que emergieron tras la caída del muro de Berlín; las iglesias góticas
que, al contemplarlas, nadie diría fueron reducidas a escombros por bombardeos…;
las voces heroicas de la libertad, los estremecedores testimonios de barbarie…
Pero sobre todo esto, se eleva la voz suave y firme de la compasión, las
sencillas palabras pronunciadas por el Dalai Lama en los jardines de Unicef, la
llovizna, el silencio…
(La Conferencia Mundial de Derechos Humanos
celebrada en Viena del 14 al 25 de Junio de 1993, generó un cambio fundamental
en la teoría de los derechos humanos y por ende en la Agenda Social
Internacional vigente para esos tiempos. ¨ Dichos cambios se reflejan en
el hecho de que se acepta que los derechos humanos pueden disfrutarse tanto en
el ámbito público como en el privado, y por lo tanto pueden violarse en ambos
ámbitos. ¨ Hasta ese momento el “sistema” estaba basado en violaciones
cometidas por los Estados y referidas al espacio político y social. Además por
primera vez, actos de particulares, ocurridos en el espacio privado, pueden
originar “responsabilidad estatal”). http://www. slideshare.net/guestcfb92fa/ conferencia-internacional- sobre-los-derechos-humanos