https://acento.com.do/opinion/charamicos-del-movimiento-estudiantil-9020168.htmlOPINIÓN
Charamicos
del movimiento estudiantil
Charamicos, de Ángela Hernández, el
libro adecuado para empaparse de ese proceso y los que lo vivieron para
recordarlo. Esta novela histórica es un trozo elegante de la heroica lucha del
estudiantado dominicano contra el balaguerato
Por SANTIAGO
CASTRO VENTURA 03-01-2022
00:04
La exquisita escritora Ángela Hernández ha producido un excelente relato
novelado sobre el movimiento estudiantil: Charamicos.Me decía un querido amigo que es un título muy poético, y yo agregué que
despista a muchos interesados en la temática. Pero los literatos son así,
llevan la inspiración en el alma y la autora lo vincula a esas ramas leñosas
finas que, alega, sirven para iniciar el fuego, pero no para sostenerlo.
Entonces entendí que estamos ante una atractiva metáfora. Y ciertamente el
tiempo de la novela era de candela, cuya llama votiva podía ser alimentada por
los Charamicos. La novela, con una narrativa
aguerrida, nos conduce, a través de la historia de la heroica lucha del
movimiento estudiantil dominicano contra el balaguerato, a una exposición
objetiva y muy entretenida que ilustra los avatares estudiantiles en medio de
esa pesadilla política.
Charamicostiene una trama con una estructura dual, las vivencias pueblerinas de la
protagonista y narradora Trinidad (adoptado posiblemente en homenaje a María
Trinidad Sánchez) y sus andanzas en la universidad en los espinosos “Doce de
años de Balaguer”, junto a la coprotagonista Ercira (nombre seguramente
en honor a la mártir estudiantil Sagrario Ercira Díaz Santiago). Ambas
asumen el rol de muchas jóvenes universitarias que en el efervescente ambiente
de movilización en la universidad estatal se integraron a la lucha. Trinidad
nos dice en un determinado momento de pura candela:
«¡Asesino en el poder!», me hallé
coreando. Con el paso de los minutos se me fue haciendo casi imposible aguantar
el extrañamiento de mi voz, que de súbito equivalía a extrañeza del mundo. No
supe cómo paré resguardada detrás de un almendro. Mi corazón tronaba. Tenía
fuego en los ojos. Columbré a Ercira reuniendo piedras, vociferando
órdenes y burlándose de un policía, al que figuré como un espigón con
vida. Repartía garrotazos a diestro y siniestro creando una batahola a su paso,
expuesta su dentadura de gigante en una risa bélica, de máscara. Mazámbula
apodaban a esta mole de ojillos sangrientos y escalofriantes gruñidos. […]
De modo cierto se trataba de una de
las consignas que más coreábamos en la universidad: «¡Joaquín Balaguer asesino
en el poder!». Este eslogan con relativa frecuencia entraba en vigor en los
enfrentamientos directos a pedradas que sosteníamos con la policía, cuando esta
acometía con bombas y balas contra cualquier marcha estudiantil. Destacándose
en la represión el entonces sargento y luego teniente Delfín Rincón Cordero,
Mazámbula, sobrenombre que se ganó por su rudeza, parecida a un mastodonte
pancracista que hizo famoso ese mote en las carteleras de la lucha libre.
La narradora continúa describiendo
otros acontecimientos paradigmáticos del movimiento estudiantil, como las
elecciones, el proceso preeleccionario en Fragua, que le asigna el nombre
novelado de «Frauer». También nos reseña los actos patrióticos que con
frecuencia se presentaban en el Aula Magna del Alma Máter, entre ellos el
clásico recibimiento de los nuevos estudiantes, algo ya lamentablemente
desaparecido, Trinidad nos dice que:
“El acto de recibimiento a los nuevos estudiantes, celebrado en el Alma
Máter, comenzaba con la petición de un minuto de silencio en homenaje a
nuestros mártires. En el primero que me correspondió asistir, el rector lo
consagró a la memoria de Amín Abel Hasbún, suma cum laudede Ingeniería Civil, «símbolo acrisolado de la juventud dominicana»,
asesinado un amanecer frente a su esposa”.
Ercira en declaraciones a la prensa
protestando por el apresamiento de dirigentes estudiantiles acusados de portar
libros comunistas, reflexionaba del modo siguiente:
«Si se tolera la prohibición de
libros “sospechosos” habría que eliminar las carreras de Sociología, de
Filosofía y hasta la de Economía. Trujillo, en su tiempo, liquidó la Filosofía.
Balaguer, inquisidor de nuevo cuño, se desquita por haber sido expulsado de
esta academia» […]
Se recuerda que en aquellos infaustos
momentos se prohibía la “práctica” del comunismo mediante las leyes 6, 70 y 71,
que había emitido el Gobierno de facto del Triunvirato. Una ideología política
que debía ser combatida con otra idea era enfrentada con el garrote todavía entintando
de trujillismo. Tras la desaparición de la tiranía, Balaguer fue desterrado de
la universidad en su condición de profesor, por su participación directa en las
ejecutorias para mantener a flote ese ominoso periodo de cieno.
La narradora continúa describiendo un
elemento capital de la nueva universidad de aquellos tiempos:
“A estudiantes que afluíamos desde
campos remotos y barrios en calamidad se nos ofrecía en bandeja de plata la
oportunidad de educación superior, gracias a las tantas gentes sacrificadas
y al Movimiento Renovador, que echó a académicos trujillistas y reaccionarios
-entre ellos a Balaguer-, abrió las puertas de la Universidad primada de
América a todos (la matricula femenina evidenció un asombroso salto en pocos
años), eliminó las pruebas de admisión, colador por el que pasaban de largo los
de formación menos calificada (léase los que veníamos de «muy abajo») e
instituyó la representación estudiantil en los organismos directivos. Escuchar
todo esto me impregnaba de gratitud, y perplejidad…”.
Este aspecto es inolvidable, como el
Movimiento Renovador tras la Guerra de Abril de 1965 sepultó el elitismo de la
universidad. Las gentes sencillas del pueblo logramos el acceso a esa academia,
que sus antiguas autoridades pretendían preservar como un cenáculo cerrado para
los de abajo.
Algo que obviamente no podía faltar
en este relato diáfano de las verdades del movimiento estudiantil es el
transporte gratis (ya desaparecido) con las famosas guaguas Blue Bird. Nos
describe las elecciones estudiantiles, el ambiente festivo con canciones
sociales de Los Guaraguos, Mercedes Sosa, Lucecita Benítez, Víctor Jara, Silvio
Rodríguez, El Topo, Patxi Andión, Joan Manuel Serrat, Sonia Silvestre, Víctor
Víctor, versos de Miguel Hernández y Pedro Mir, entre otros. Se detiene en las
rebatiñas de los grupos estudiantiles los maoístas y los revisionistas o
prosoviéticos. También discurre sobre las casas de los estudiantes de
provincias. En virtud de la escasez de Centros Regionales (se limitaban a San
Francisco de Macorís y Barahona) millares de estudiantes de provincias se
trasladaban a la sede central y se alojaban en estas casas provinciales, en su
mayoría regenteadas por las asociaciones de estudiantes que asumían los costos,
junto a la Federación de Estudiantes Dominicanos.
Trinidad inmersa en los trajines del
movimiento estudiantil rememora su discurso ante una multitud en la explanada
de la Facultad de Ingeniería, bajo cánticos a Mamá Tingó, Ho Chi Ming (líder
del pueblo vietnamita en lucha directa contra el imperialismo) y los poemas de
Manuel del Cabral, tan adecuados para aquellos momentos, como: «Quien ha matado
ese hombre /que su voz no está enterrada». Discurre sobre la solidaridad con
los trabajadores, no podía faltar la mención a Barbarín Mojica, el combativo
líder de los obreros portuarios de POASI. También está presente el solidario
sindicato choferil progresista de la época: UNACHOSIN.
Se asume un tema que era constante en
los mentideros estudiantiles, la inminente llegada de Francisco Caamaño con su
grupo guerrillero, para iniciar la lucha armada revolucionaria. Era un secreto
a voces se entrenaba con esos fines en Cuba. Caamaño es identificado en la
novela como el «El hombre brújula». De igual modo sale a relucir la
personalidad indómita de Amaury German Aristy.
No se quedan atrás las movilizaciones
desde la universidad a los barrios populares, siempre precedida por la consigna
de «Movilización en el seno del pueblo», y la mención obligada del barrio
Capotillo, que estaba clasificado como uno de los más combativos en la zona
Norte. Se refiere a las movilizaciones que iban protegida con «brazos armados»
para enfrentar la cruenta represión policial, gentes del pueblo armados que en
no pocas ocasiones ponían a huir a los policías represivos.
Discurre sobre el muy importante
papel de la Asociación de Clubes, y sus jornadas culturales en los barrios, y
el contacto en los hospitales barriales como el Moscoso Puello, con médicos
comprometidos con la lucha revolucionaria como el cirujano plástico e
intelectual Guaroa Ubiña Renville. A propósito de hospitales, rescata la
historia del secuestro de Santiago Hernández (Mangá), combativo joven
revolucionario y baloncelista del barrio de San Antón. Herido de bala por un
sicario del servicio secreto en el taller de mecánica de su papa, fue
internado en el hospital Padre Billini de donde fue secuestrado por una brigada
criminal de la mencionada entidad, dirigida por el funesto capitán Lucas Cuello
Cavada, que era el terror en la zona Sur de la capital. Mangá fue asesinado y
su cadáver lanzado en un balneario de San Pedro de Macorís. Otro de los
asesinatos que quedó impune.
Charamicos desde el ámbito de la novela nos presenta un clima muy objetivo de
aquellos momentos históricos. Se debe advertir que el novelista (contrario al
historiador) tiene licencia literaria para modificar los sucesos y adornarlos
con aspectos que considere más emocionantes. Recuerdo el caso de Vargas Llosa y
su gran novela La fiesta del Chivo, mucha
gente pensó se trataba de un texto de historia y empezó a desmentir diversos
aspectos de la novela. Vargas Llosa respondió que era novelista y estudió la
“Era de Trujillo” para poder mentir con conocimiento de causa. En Charamicosno hay distorsión de la verdad histórica, no era necesario; está volcada
de manera real, con algunas variantes de forma para otorgarle mayor rigor
literario, pero no se desvirtúa la esencia de la realidad comentada.
En definitiva, estamos ante una muy sustanciosa narración de los
acontecimientos históricos en la lucha de los estudiantes contra la tiranía de
los “doce años de Balaguer”. Quien desee conocer a través de una lectura
cómoda estos importantes sucesos, tiene en Charamicosde Ángela Hernández el libro adecuado para empaparse de ese proceso y
los que lo vivieron para recordarlo. Esta novela histórica es un trozo
elegante de la heroica lucha del estudiantado dominicano contra el balaguerato.
¡Movimiento estudiantil a las calles a combatir!
Mazámbula con mucha frecuencia era encargado de
custodiar a Maximiliano Gómez (El Moreno), cuando era prisionero político y lo
trasladaban a los tribunales. En la foto se observa a Mazámbula detrás de El
Moreno. Al morir el líder revolucionario, el sepelio salió de la desaparecida
funeraria La Humanitaria de la casa Blandino de la 30 de marzo. Mazámbula era
parte de las tropas que vigilaban la masiva manifestación fúnebre que recorrió
todo el camino a pie hasta el cementerio de la Máximo Gómez. Los periodistas le
preguntaron cómo se sentía y declaró estaba apenado, llegó a tener buenas
relaciones con el antiguo prisionero y líder del MPD. Realmente lo observé con
un semblante más apaciguado. No obstante, al final del entierro la policía
arremetió contra los que asistimos al entierro.